viernes, 10 de septiembre de 2010

Estos días se está hablando de un par de temas de los que no me puedo quedar sin dar mi opinión, ¿que por qué? Pues porque me gusta tocar los cojones.

Uno de ellos es el de la quema de libros del Corán que un religioso estadounidense ha decidido hacer coincidiendo con el aniversario del 11-S.

Se trata del típico integrista yanki, de esos que rechazan la teoría de la evolución y esas cosas. De los que piensan que la homosexualidad es una enfermedad, todos conocemos el perfil de este tipo de gente.

El caso es que ante la sombría perspectiva que esa quema de ejemplares del Corán podría tener, tanto para los soldados americanos destinados en Afganistan como para el resto del mundo occidental en general, las autoridades estadounidenses iniciaron una serie de negociaciones o persuasiones con este individuo para que no llevase a cabo su plan. Parece que al final la sangre no llegará al río y el pastor no cumplirá su amenaza.

Pero lo que más voy a criticar de este caso no es la alocada idea del pastor en sí, que salvo a cuatro analfabetos de Iowa, Arizona o Florida, a los demás nos parece una aberración. Yo voy al hecho de que por ejemplo, miembros del F.B.I. acudiesen a su iglesia para disuadirle mediante la palabra de que se olvidara del asunto.

Me explico. Si por ejemplo un ciudadano americano, reconoce sus ideas comunistas, socialistas, castristas o stalinistas, y anuncia a bombo y platillo que va quemar ejemplares de la Biblia o de la constitución americana, tendría en mitad de la noche a un grupo de élite de los SWAT o el F.B.I. metiéndole un cañón de un fusil de asalto por el culo y llevándoselo a vete tú a saber qué prisión ultrasecreta para ser interrogado. Pero como es el pastor Terry Jones, no hacemos eso, hablamos con él.

En cuanto a Neira, se veía venir. Y que conste que todo lo que ha pasado no es culpa suya sino de la prensa. Él es como es, y punto. El problema es que se nos ha intentado vender algo que no era.

Repasemos, el principal mérito de Neira fue no saber encajar un golpe. Sí han leído bien. Lo digo porque él no fue el único que defendió a una mujer víctima de la violencia machista. Pero quedó en coma. A partir de ahí la maquinaria periodística vio un filón del que luego se aprovecharon los políticos sin pararse a preguntar cómo era este hombre. Todos daban por hecho que era un santo.

Poco a poco se mostró la verdadera cara del Neira… y no era la que más nos gustaba. Al final, una prueba de alcoholemia abre la caja de Pandora. Neira se desata del todo y comienza a decir lindezas como “si no puedo tomarme una cerveza prefiero morir”. La cerveza te la tomas si quieres, pero si después te subes a un coche y atropellas a un niño de cuatro años eres un sucio asesino hijo de puta, por mucha titulación académica que tengas.

Al final le ha pasado como a Ingrid Betancourt, que parecía muy buena y nos daba mucha pena y resultó una arpía cojonuda.

No se engañen, el verdadero héroe contra la violencia machista, nunca saldrá en las noticias, ni recibirá medallas. Pero eso no interesa a la prensa, la conspiradora en la sombra.

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