lunes, 19 de julio de 2010
De una época a esta parte, algunos ayuntamientos españoles han invertido, de forma acertada, en la implantación de carril bici en las ciudades.
Estos carril bici están perfectamente señalizados mediante postes verticales, señales pintadas en la calzada y un color diferente al de las aceras o la carretera. Vamos que se ve a la legua que están destinados para uso exclusivo de bicicletas.
Pues bien, en el caso de mi población, que es pequeña y tiene un carril bici bastante minúsculo pero ahí está, lo que menos se ve en el dicho carril son bicicletas.
Por contra, si un ciclista intenta dar un tranquilo paseo a dos ruedas, tiene que esquivar continuamente, peatones paseando por el carril, gente parada en medio hablando como si nada, niños jugando a la pelota, algún coche aparcado… vamos que hay que pasarse más tiempo por la acera o la calzada que por el carril bici.
Recuerdo hace tiempo cuando no existía el carril bici, que los mayores siempre protestaban cuando una bicicleta circulaba por la acera. O cuando los conductores protestaban porque una bicicleta o dos les hacían reducir la velocidad. En ambos casos, se solía escuchar: “tenían que tener un carril para ellos solos como en otros países”. Bien, ahora que ya lo tienen son los propios peatones que se quejaban los que lo usurpan.
No tenemos cultura de bicicleta en este país. Para nosotros en un deporte o una forma de pasear o pasar un día de descanso. No como en otros países donde se trata básicamente de un medio de transporte.
Si alguno ha viajado a países donde el uso de la bicicleta está extendido, como Holanda o Bélgica, habrá visto que el carril bici se respeta a rajatabla. Es más, en esos países, como haya un peatón en un carril bici se llevará una buena bronca de los ciclistas que harán sonar el timbre para avisarle que se aproximan y no reducirán la marcha ni variarán su rumbo, si te atropellan te jodes, que esto es para bicis.
Y esto es, en definitiva, lo que de verdad me toca los cojones.
