sábado, 29 de enero de 2011

Más-allá-de-la-vida-1

Al viejo maestro le tiembla el pulso en este irregular y facilón proyecto. Aún con la presencia de esos destellos luminosos ya inherentes en la filmografía de este inagotable director, se queda uno con sensación de pasmo ante las expectativas no colmadas.

Si "El intercambio" me aterrorizó, "Gran Torino" me noqueó con su potente crudeza, e "Invictus" me emocionó, "Mas allá de la vida" me dejó totalmente indiferente.

La película narra paralelamente tres historias de tres personas que han tenido una experiencia cercana a la muerta, ya sea en primera persona o a través de otros. Si bien el tema es interesante en cuanto a posibilidades, y en principio más todavía en manos del gran Eastwood, este no da con la tecla y carece aquí del punch necesario, para llevarnos más allá de donde nos han llevado otras veces.

Lastrado por un guión simple, y por unos diálogos que nos llevan tópico tras tópico hacia un final tan ingenuo como esperado, Eastwood saca a relucir eso sí, esas facultades tan suyas en cuanto al ritmo de la narración, y logra conseguir unas interpretaciones decentes tanto de Cécile de France, aquí traumatizada por una  experiencia tan terrible como singular, como de George Mclaren, niño sufrido y temeroso ante la trágica perdida de su hermano gemelo. De Matt Damon mejor ni hablamos.

Destacar también el trabajo de fotografía de Tom Stern, habitual colaborador de Eastwood desde que este rodara "Deuda de sangre" allá por el 2002, que logra darle a cada escena  y situación, su toque preciso de ambientación y luz.

Con todo ello la obra es insuficiente, y por supuesto no dignificará en nada, el preciado legado de este único y formidable director.

Hasta otra maestro Clint.

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Cuando era niño lo único que sabía acerca de la Segunda Guerra Mundial era lo que veía en el cine. Las películas de Hollywood nos contaban los horrores de la guerra desde el punto de vista norteamericano o, en ocasiones, británico. El Día D, la guerra en el Pacífico, Pearl Harbour. Crecí pensando que la guerra era algo casi exclusivo de los americanos, ingleses, alemanes y japoneses.

A medida que fui creciendo, descubrí que el conflicto no era tan simple como el cine condicionado por el patriotismo americano (lógico por otra parte),  la guerra fría y el telón de acero. La Unión Soviética también había luchado y sufrido, y de qué manera.

A poco que uno indague en la historia, se da cuenta de que algunos de los momentos más decisivos y más terribles de la Segunda Guerra Mundial tuvieron lugar en el frente oriental, el ostfront. Stalingrado, Kursk, Moscú… Leningrado.

En Leningrado (San Petersburgo), tuvo lugar uno de los episodios más infames de la Segunda Guerra Mundial. La ciudad fue sitiada durante 872 días. El objetivo era matar a la población de inanición. Dos millones y medio de personas quedaron a merced del hambre, las enfermedades y las bombas que durante cuatro horas al día caían sobre hospitales, colegios, barrios residenciales y fábricas.

Por si eso fuera poco, al asedio nazi, hubo que añadir la represión del régimen Stalinista, que veía, en la ciudad de Lenin, indicios de anti bolchevismo, riesgo de traición. Por ello, la NKVD del infame Lavrenti Beria, persiguió implacable cualquier muestra de lo que ellos consideraban comportamiento subversivo.

Tras una primera parte en la que Jones nos relata el avance alemán sobre la ciudad y sus planes, así como la desastrosa defensa de la ciudad por parte de Voroshilov, “el mayor saco de mierda del ejército” (en palabras de Nikita Jrushov), el autor se centra sobre todo en el terrible invierno de 1941. Con un racionamiento de pan de hasta 125 gramos al día, la población civil se vio obligada a recurrir a casi cualquier cosa para sobrevivir. Animales, cuero de los cinturones, pegamento, las hojas de papel de los libros… el canibalismo.

En esa situación, Jones nos relata hechos horrendos realizados por gente corriente para poder llegar al día siguiente mientras sus dirigentes vivían el asedio con opulencia y los estómagos llenos. Los relatos en primera persona extraídos de diarios, muestran la crueldad humana pero, y esta es la lectura que hemos de sacar, están repletos de historias de altruismo extremo. Cuando compartir un trozo de pan con otra persona podía significar la muerte, cuando el simple hecho de ayudar a una mujer a levantarse de la calle podía acabar en la muerte de ambos, la gente de Leningrado resistió. Se apoyaron unos a otros, y fue ese deseo de ayudar, de no permanecer indiferente, lo que les permitió resistir.

No es fácil leer la historia de un niño que desea la muerte de sus padres para poder así hacerse con su ración de pan, ni conocer la historia de una mujer que al llegar a casa encontró a su madre con su nieta en la bañera vacía repitiendo “qué niña tan gordita, qué niña tan gordita”, pero es necesario.

sábado, 22 de enero de 2011

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Andaba yo algo chafado y sin plan para el viernes de noche, pues mi ingenuidad y cabezonería, consiguen hacerme olvidar que en Asturias y a Asturias todo llega más tarde de lo debido y eso si llega.

Lo digo porque el último parto de Michael Winterbottom, “El demonio  bajo la piel”, basado en la novela de Jim Thomson, se ha debido de estrenar en todo el puto país menos en mí querida y verde tierra ( a excepción de la capital), pero bueno, al final  no salió mal la cosa, y aproveché para verme "Matar a un ruiseñor",pues me había prometido verla, ahora que voy a tener más tiempo.

Digo, no salió mal la cosa, por que la adaptación a la gran pantalla de la novela homónima de Harper Lee, es una película perfecta, rodada con un pulso extraordinario, impecablemente interpretada por un inmenso Gregory Peck, si es que alguna vez no lo estuvo, y con unos secundarios sobrios y dignos de mención. Robert Mulligan demuestra una maestría y saber hacer envidiable en la dirección.

Atticus es un abogado del sur en los tiempos de la gran depresión, padre de 2 niños y viudo de una mujer a la que echa de menos constantemente. Al brillante abogado le endosan la defensa del caso de violación de un hombre negro a una joven de raza blanca. Los rumores y comentarios apenas mermarán la capacidad y la inteligencia de un hombre con unos  principios tan grandes como su corazón.

Pero no es esta solo una película de principios y juicios, es también uno de los alegatos más bellos y conmovedores contra el racismo que mis ojos hayan visto, también es una tierna mirada a la infancia, aquí protagonizada por unos niños traviesos y curiosos que se debaten entre perpetrar la próxima aventura y la admiración  por la figura paterna.

La peli cala hondo, veo a esos niños y me apetece volver a esos años míos de aventuras y sermones, que el tiempo ha conseguido que recuerde como felices, pero que seguro que no lo fueron tanto. Veo a ese hombre, con su bondad, sabiduría y saber estar, y hace que me pregunte por qué no hay más hombres así, y me aterra la idea de que precisamente es ese tipo de hombre el que hoy en día se siente al margen de la sociedad.

Hermosa película, pecado no verla.

viernes, 14 de enero de 2011

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Joel Schumacher ha adaptado al cine la novela que en 2002 escribiese, con tan sólo 17 años, Nick McDonell.

Historia coral, cargada de personajes que de una forma u otra encuentran un nexo de unión en la figura de “White” Mike, un joven que tras la muerte de su madre, abandona el colegio para convertirse en traficante de drogas.

Pero “White” Mike no trafica como los camellos de The Wire. El lo hace en la zona pija de Nueva York. Vende a modelos y niñatos hambrientos de vanidad. A una retafila de clichés de cine segundón como son la chica lista y pija con amigas aún mas pijas pero no tan listas, la reina del colegio, que consigue lo que desea manipulando a personajes como el pardillo perdedor, hermano del musculitos agresivo…

Schumacher intenta vendernos una historia de problemas adolescentes, un burdo ejercicio de psicoanálisis barato sobre la fauna pija de la gran manzana. Reforzado con una narración en off (que en la versión original lleva a cabo Kiefer Sutherland) que trata de dar al filme un cariz melodramático que en realidad no tiene.

Llega un momento durante la película, en el que te dan ganar de dar de ostias a una buena parte de los personajes. Y no me vale que se trata de unos jóvenes en una edad muy difícil con unos padres que no les comprenden o incluso ausentes, no cuela. La manía de culpar a los papás de los problemas de los niños ricos empieza a cansar. O no aparecen, o cuando lo hacen, es para reforzar la historia de desamparo infantil. Muy visto.

Poca cosa.

martes, 11 de enero de 2011

LOS SONAMBULOS_Portada

Berlín, 1932. Semanas antes del ascenso de Hitler al poder, el cadáver de una joven es hallada muerta en el río Havel con las piernas extrañamente deformadas. El inspector de la KRIPO Willi Kraus, es el encargado de la investigación.

Con este argumento Paul Grossman nos presenta la que es su primera novela. Una novela negra en la que según nos vamos adentrando, nos damos cuenta del verdadero crimen y las verdaderas víctimas. Porque en los últimos días de la República de Weimar, encontramos el auténtico leit motiv de la novela.

La víctima no es la joven hallada muerta sino la propio Alemania que poco a poco cae en manos del terror nazi sin apenas darse cuenta, como si de un sonámbulo se tratase. Kraus no se enfrenta a un asesino de carne y hueso en realidad, sino a algo mucho más grande y poderoso. Algo que nosotros, desde la perspectiva del que conoce la historia ya sabemos, pero que los personajes, algunos, aún esperan derrotar.

Kraus, famoso policía. Kraus, héroe de la Gran Guerra. Pero sobre todo, Kraus, judío, asistirá en primera persona a los cambios, tan poco probables, en teoría, que se suceden en el Berlín de 1932. Un Berlín excepcionalmente recreado por Grossman. Pasamos con sus protagonistas por la Alexanderplatz, por el Tiegarten, subimos al S-Bahn…

En ese aspecto, la novela recuerda a la Berlín Noir de Philip Kerr. Las calles, el bullicio Berlinés, el Hotel Adlon… Incluso un personaje se llama Gunther, no se si por coincidencia o como guiño al escritor escocés.

En definitiva, me ha parecido una buena novela. Alguno de los que me conoce dirá, tal vez con acierto, que cualquier cosa relacionada con la Segunda Guerra Mundial y el Nacismo me seduce a priori, turbando mi mente, privándome de criterio… como un sonámbulo.

domingo, 9 de enero de 2011

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Si el baremo a seguir para poner nota a un proyecto es lo arriesgado de la propuesta en sí, esta se merece un sobresaliente. Digo arriesgado por que este personal director español, conserva un estatus, que el mismo pone en juego, con cada apuesta cinematográfica que alumbra, y por lo que veo conserva esa rebeldía innata para no importarle una mierda jugárselo en una ruleta rusa en la que un día de estos, la bala del tambor del arma a disparar, quede alojada finalmente en su privilegiada cabeza.

Pero no debe medirse un proyecto solo siguiendo este importante baremo, y yo desde luego no lo voy a hacer.

La película es divertida, entretiene y contiene dentro varias escenas, que quedarán grabadas en nuestra retina y que puedo decir desde ya que perdurarán. Pero su guión falla, en ocasiones da la  impresión de que asistimos a un mosaico de imágenes grotescas que no lo logran formar parte de un todo.

Los avatares de la vida de las personas que integran un circo, sirven de nexo para que el director haga un recorrido histórico-satírico por la historia de España, desde la guerra civil hasta el final de la dictadura y comienzos de la transición. La ironía y las rabiosas formas del director para criticar un tiempo histórico aún cercano para las generaciones de los 50, 60 y 70, son cuanto menos pioneras, interesantes y con una falta de complejos tal, que me da la impresión que los personajes no le importan, solo son un vehículo necesario para conseguir su propósito.

Es aquí donde el film adolece de la personalidad necesaria para cuajar. No es culpa de los actores, Carlos Areces realiza un trabajo magistral y Antonio de la Torre no le va a la zaga, pero sus esfuerzos no bastan, ellos ya han perdido desde el principio, desde la concepción, aunque su profesionalidad y su corazón no les dejen rendirse.

Debo decir que el ritmo y el talento visual que atesora el film, son propios de un director portentoso y nacido para esto, y que a buen seguro nos traerá buenas noticias pronto, esta vez la bala de la ruleta se encasquilló. Has tenido suerte.

 

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