viernes, 2 de diciembre de 2011

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Bien, pues se acabo el FICX, y como todos los años, me reprocho el no haber ido a ver más pelis, valga la redundancia. El sucumbir a alguna tarde de fútbol dominguero, y no haberme levantado del sofá para subirme en algún transporte, que me llevara hacia la bendita tierra gijonesa, fue demasiado lastre para ello. Tengo coche, pero mi terrible sentido de la orientación siempre acude a mi mente, a la hora de valorar las distintas posibilidades.

No me he dedicado a navegar por foros para saciar mi curiosidad, a la hora de poder vislumbrar, a modo general, lo que había podido satisfacer esta 49 edición a los presentes, críticos y simpatizantes. Lo más cerca que he estado de ello, ha sido a través de las palabras de algún amigo que se pasó a disfrutar de mas de una veintena, y que según sus palabras solo había disfrutado realmente con tres.

Pero no seré yo quien me queje. Toda la mala suerte que me acompaña en mis infinitas apuestas perdidas, se esfuma de un plumazo a la hora de elegir cine. Y que siga.

Empezé con "Submarine" (2010), el genial, simpático y mordaz debut de Richard Aoyade para la gran pantalla. Un verdadero ejercicio de simplicidad, de homenaje a los diálogos bien hilvanados, un canto a la adolescencia en todo su esplendor, con sus luces y con sus traumas. Sin complejo alguno y con una vitalidad en la dirección envidiable y como no con el inquieto Alex Turner en estado de gracia, sazonando a la perfección con sus canciones, este bonito divertimento.

El sábado le tocó a Take Shelter (2011), que si no me equivoco recibió a la postre el premio de la mención especial de algún jurado. Buena película al más puro estilo Shyamaliano, desasosegante, cruda, combina  a la perfección la tan manida mezcla de esquizofrenia, terror y ciencia ficción. Sin el romanticismo y la épica discursiva del indoamericano, tal vez sea su realismo , el que torne en convincente la labor de jeff nichols en la dirección. Michael Shannon lo rompe en el papel de Curtis Laforche. A este hombre le descubrió el mundo en "Revolutionary Road", y solo un Heath Ledger majestuoso como joker, pudo arrebatarle el Oscar al mejor secundario.

De "Un amour de jeneusse" no tenía referencias, al parecer su directora Mia Hansen-love, ya se había pasado por el festival  en el 2007 presentando "Todo está perdonado", que se llevó el premio a la mejor actriz ese año. A mi esta me pareció un truño. No pinta nada mal al principio, la historia de amor adolescente tiene su punto, pero mas o menos hacia la mitad ya ha perdido todo interés. No será por el esfuerzo de sus actores que sí están a la altura, en especial Lola Cretón, su candidez, hermosura y por momentos sentido de la frialdad logra turbar al más exigente de los espectadores. Es su dirección, sosa, blanda y sin ningún sentido de la emoción lo que acaba por lastrar definitivamente el proyecto. Recibió aplausos en su pase, no serían los míos.

Ir a ver "The stoker" fue una decisión de última hora. De su director, de sus peculiares "problemas" con el alcohol, y de su talento supe por los comentarios de un amigo, que está bastante más puesto que yo en esto del cine. Lo segundo lo pude corroborar yo mismo al poco de empezar su peli. Reconozco no haber visto nada del trabajo anterior de Aleksey Balabanov, pero juro que salí de la sala barruntando, la idea de que tanto guy ritchie, como el mismísimo Tarantino, le deben mucho a este singular director ruso, (o no tan singular, ya me entendéis). Prometo hacerme el favor de seguir con más interés su filmografía.

Me quedé con ganas de ver "La guerre est declarée" y "Attack the block", pero no me quejo, y la edición del año que viene seguro que promete, por lo significativo de su fecha. Espero que los 4 o 5 garrulos que nos gobiernan, no la acaben jodiendo como están haciéndolo con todo, en lo que pretenden meter baza. Que el FICX no se convierta en el FACX por favor...

Un abrazo.

jueves, 17 de noviembre de 2011

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Con una sonrisa de oreja a oreja, y con un brillo singular en la mirada, se encamina uno hacia el vehículo que le transportará al  mundo que "no" habitan Tintín, Milú y el borrachín simpático de Haddock.

Después de pasarnos unos 110 minutos volando por encima de todo tipo de escenarios, pegarnos con una generosa cantidad de malhechores, y navegando en botes salvavidas hacia desiertos asesinos, una sensación de admiración y sorpresa se apodera de servidor, cuando cae en la cuenta de que es un señor a punto de cumplir los 65 años, quien a pesar de haberlo hecho todo en su profesión, de convertirse en símbolo y líder de una antigua generación de jóvenes directores, alumbre  este magistral, excitante y diferente proyecto.

Una pieza elaborada con un innegable cariño, y sentido de la fidelidad. Algunos de sus planos se guardaran a perpetuidad en la memoria cinéfila,  aunque tal vez deberían exponerse en el Louvre. Con un sentido del ritmo prodigioso, tal vez sea la sobriedad de los diálogos, en contra punto con la espectacularidad de sus escenas, la que le otorgue ese grado de fascinación único en su especie.

Puede ser que la ausencia de aristas, y el carácter ambiguo de su protagonista, arrastre consigo una falta de pasión y compromiso en el tratamiento del personaje. Pero hasta para eso surge Haddock como antídoto, que emerge sin tregua para conseguir elevarse por encima del joven aventurero.

Andy Serkis se vuelve a salir, otro trabajo monumental el de este señor, que ya empieza a pedir a gritos, un lugar privilegiado en la historia del cine. El objetivo está en recuperar a Tintín, en dotarle de magnetismo y grandeza. Por ahí puede profundizar Peter Jackson, que dirigirá las secuelas. Ese será su reto.

Sí, damas y caballeros así lo pintó Hergé, así lo reveló Spielberg.

Hasta otra.

domingo, 13 de noviembre de 2011

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Coincidiendo con mi reciente visita a tierras danesas, me llevé de viaje Departamento Q como libro de noche, primera entrega de la saga del escritor danés Jussi Adler-Olsen.

Esta primera entrega de la serie cuenta con varios ingredientes clásicos del género policiaco. El inspector Carl Morck vuelve al trabajo tras recuperarse de las heridas sufridas en un incidente en el que sus dos compañeros resultaron, muerto uno y gravemente herido otro. A su regreso la desconfianza de sus superiores le aparta a un nuevo departamento creado para quitárselo de en medio.

El Departamento Q ha sido creado, oficialmente, para resolver casos antiguos aún pendientes que necesitan especial atención. Para ello, Morck es “confinado” en los sótanos junto con un ayudante aparentemente inoperante, al más puro primera temporada de The Wire.

Morck decide, por azar, ocuparse del caso de la desaparición y casi segura muerte de Merete Lynggaard, una joven y prometedora política.

La historia nos en narrada en dos tiempos distintos. Por un lado desde el presente, siguiendo las pesquisas  Morck y su ayudante. Y por otro desde el pasado, conociendo poco a poco lo que le sucedió a Merete. Con ese estilo narrativo, el interés en la historia va creciendo capítulo tras capítulo.

Si anteriormente comentaba que en algún aspecto me recordó a The Wire, hay otras  obras de la gran pantalla de las que me acordé leyendo la novela, como Old Boy o Saw. No voy a desvelar nada más al respecto para no descubrir nada a posibles lectores.

En resumen, una novela policiaca al uso con bastantes de los ingredientes típicos del género, y una trama que lejos de decaer con el trascurso de las páginas como pasa en otras obras, aquí sube constantemente y nos mantiene pegados hasta el final.

A buen seguro que me leeré el siguiente capítulo de la serie.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

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Me resulta interesante a la par que lógico y curioso, el como las circunstancias, tanto económicas como sociales del tiempo presente, pueden afectar y moldear, no solo la elección de los proyectos, sino también la manera de afrontarlos,  de un director para el que las formas refinadas y contemporáneas, no están nada reñidas con los saltos mortales sin red, ya habituales en su interesante filmografía.

Su polivalencia es absoluta. Pero no se advierte un interés puramente comercial en sus empresas, aunque entiendo que ese refinado estilo, y sus maneras en ocasiones tan de videoclip, nos pueden llevar a engaño.

Si en Traffic (2000) se perciben unos ecos de lo que estaba por llegar con The Wire, la trilogía de Ocean’s acaba por tornarse en el paradigma cinematográfico perfecto de principios del siglo XXI, donde la superficialidad, apariencia y el exceso son el denominador común de una época de bonanza económica, que con el tiempo se antojaría caduca e irreal.

Nada hay de opulento ni excesivo en Contagio, pese a lo que su excelso reparto, repleto de varias de las estrellas del momento, nos sugiere.

La sobriedad en la dirección de Soderbergh y la ausencia de pirotecnias, miradas perdidas y demás familia propias de estos géneros, se antoja decisiva a la hora de otorgarle  el empaque y la seriedad necesaria a este certero film.

La maestría en el tratamiento de la incertidumbre, muy propia de estos tiempos, derivada de la propagación de un virus alarmantemente peligroso, y la dosis de gravedad precisa en cada uno de los actores, consiguen proporcionarle una credibilidad merecida.

Y como no, sin olvidarse de esa combinación maestra de música y movimiento, con fotografía modélica y desasosegante, que tan buenos réditos le acarrean al director norteamericano, y por las que merece la pena sentarse delante de una pantalla.

Un saludo.

viernes, 14 de octubre de 2011

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Los hermanos Marwan escuchan entre impacientes y compungidos el testamento de su recién fallecida madre. Reciben dos noticias sorprendentes; su padre está vivo, como también un hermano del que desconocían su existencia. Ahora será su tarea encontrarlos y entregarles un mensaje para que  el cuerpo de su madre pueda descansar  en paz.

Gran trabajo del canadiense Denis Villeneuve. Todo a base de continuos flash-backs, pero ninguno sobra, todos son necesarios para entender los porqués del enmudecimiento de un corazón, y la mirada perdida de unos ojos, que han visto demasiado de cerca el horror.

Un viaje irremisiblemente doloroso que por momentos me recuerda a "El jardinero fiel", a su clima sobrio, árido y de densidad brutal que consigue Meirelles.

A algunas huellas desvanecidas por la crueldad de un conflicto bélico y sus consecuencias, y a los esfuerzos de dos personas por alcanzar las respuestas, que les acerquen a la comprensión final, hay  que unirle la lógica conclusión de que nada es lo que parece en una guerra, como nada es lo que parece en una vida, por muy cerca que nos creamos estar de conocerla.

La metáfora póstuma sobrecoge, aunque es precisamente en el final, donde todo se nos presenta precipitado, y acabemos con la sensación de que el director pone coto privado a los sentimientos.

Soberbia  película, bien contada y hasta con Radiohead de fondo. Aquí los lamentos de Thom Yorke no andan muy lejos de la voz oprimida y ansiosa por gritar de  Nawal Marwan.

Hasta otra.

jueves, 22 de septiembre de 2011

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El otro día me vi Cowboys & Aliens (lo mío sí que son huevos y no lo de José Tomás). Lo digo porque ya intuía yo que me iba a parecer un bodrio soporífero aceptable solamente si la consumes acompañada de porros y cerveza (por desgracia no fue mi caso).

La idea de mezclar dos géneros como el oeste y los aliens es cuando menos exótica y si se hace de forma cuidada puede llegar a dar un fruto interesante. Necesitaríamos para ello un gran montaje, un guión potente y un personaje o dos de esos que calan en el público, como en su día logro el Capitán Jack Sparrow, por ejemplo.

¿Cuántos ingredientes de esos tiene Cowboys & Aliens?, los podemos contar con los dedos de un muñón.

Daniel Craig no me convence a pesar de ser un actor que suele dar la talla. Harrison Ford participó porque Spielberg estaba en el proyecto. Y en cuanto a Olivia Wilde…  si le arrancan sus preciosos ojos y los ponen en pantalla el resultado es el mismo porque ni su personaje ni su interpretación merecen más que este cruel comentario.

El guión está cargado de clichés tanto del western como del cine de marcianitos: cacique del pueblo, niño mimado, malo misterioso, abducciones, niño…

Lo de los aliens es de traca, yo entiendo que es difícil que una panda de indios y vaqueros armados con lanzas y un revolver venzan a unos seres que han dado con la tecnología para viajar por el espacio pero coño…

Lo único positivo, que el director no es Michael Bay, en sus manos esta película habría provocado revueltas sangrientas en el mundo del celuloide.

En fin, el principal culpable de esta crítica: un servidor por verse este aborto de película aún a sabiendas de lo que iba a pasar.

Os acompaño en el sentimiento a los que habéis pagado por verla.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

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Escucho: no la entendí.

A ese comentario responden: si no la entendiste mal director.

Al rato afirmo: es una película inmensamente compleja.

Me reprueban y me contestan: no es compleja, es pretenciosa y eso me da vergüenza ajena por infantil y ridículo, las cosas importantes se han  de contar de forma sencilla.

Más tarde defiendo mi punto de vista: simplemente es que es un cine pionero al que no estamos acostumbrados y para nada  lo percibo como pretencioso, más bien como generoso.

No me contestan más, al menos de momento.

Un trabajo monumental, prodigioso e inabarcable, se perciben horas de trabajo en cada plano. Un regalo imperecedero para el alma.

La descripción de esa parte hermosa y terrorífica de la vida, a la que llamamos infancia es tan precisa que duele. No es pretenciosa por que no juzga,  sólo sugiere, y lo hace desde el primer plano.

Hay dos caminos que puedes seguir en la vida, el de la naturaleza o el de lo divino, la eterna colisión entre los caminos es la fuente de nuestras dudas y temores, la película gira en torno a esas dudas constantemente.

La naturaleza representada por un Brad Pitt en estado de gracia, se torna tan cruel y ambiciosa como hermosa y peligrosa. Lo divino encarnado por la indescifrable Jessica Chastain, es la bondad y espiritualidad, la comprensión y la tolerancia.

Dos caminos simbiontes que se nos antojan vivos, reales y sangrantes. De esa simbiosidad nace el horror y la belleza, el amor y la decepción, el todo, la vida.

El árbol y sus raíces condicionarán para siempre el devenir de sus frutos (los hijos). Es aquí donde nos vemos representados, donde Malick consigue transformar la espiritualidad en carnalidad, donde el genio emerge al fin para firmar una obra grandiosa e irrepetible.

Paralelamente a este conflicto terreno-espiritual, el director nos describe la creación del mundo y el nacimiento de la vida, pero nada resulta aquí gratuito ni superficial, todo se antoja poético, con un ritmo armonioso.

Es en la redención final donde sobreviene el desconcierto. Si Malick nos guía en la experiencia durante todo el metraje, en los minutos finales nos abre las puertas y ventanas de par en par y nos tiende un puente a nuestros pies a modo de invitación, para que seamos nosotros los que decidimos si lo cruzamos o no.

Algunos lo acusan de pedante, de ambicioso o de pelmazo, pero yo prefiero pensar que hay algunos seres (no muchos) que por fortuna han venido a este  mundo no sólo a habitarlo, sino también a explicárnoslo y a guiarnos por él. Unos se convierten en arqueólogos, biólogos, químicos, médicos o intérpretes de lenguajes minoritarios. Otros lo hacen con un bolígrafo, máquina de escribir u ordenador, de entre todos ellos hay uno que es muy especial, se llama Terrence Malick y en ocasiones se convierte en director de cine.

Un abrazo.

viernes, 16 de septiembre de 2011

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Desconozco si lo que pretende el director manchego es crear una obra de culto, de las que se aprecian con los años, lo que tengo algo más claro es lo fuera de la realidad que se encuentran él, y todo su séquito de pelotas académicos que le acompañan.

Y es que todo es un sinsentido esperpéntico en su último trabajo. Cuesta imaginar que sea el mismo director de "Volver" o "Hable con ella", auténticas obras cumbre en su dilatada carrera.

A unos secundarios insulsos y olvidables al minuto, se le une Banderas, que vuelve a demostrar aquí sus incapacidades interpretativas, todo lo que tiene  de majo lo tiene de mal actor. Solo Elena Anaya nos mantiene despiertos durante la proyección pero sin pasarse, simplemente destaca.

Encasillaré para mi esta película en el género de comedia estrafalaria, aunque por ahí he leído que Almodóvar pretende dar miedo, es patética y una gilipollez en todo caso.

Lástima, porque este tío sabe dónde poner la cámara, crear planos primorosos no le es dificultoso, y su talento se aprecia aún en birrias como esta. Su clase escapa a toda duda.

Hasta otra.

martes, 6 de septiembre de 2011

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Siguiendo con mi afición a la novela negra escandinava, hoy le toca el turno a un autor finlandés, Torsten Petterson, que pese a ser un autor bastante prolífico, debuta en el género con “Dame tus ojos”.

La novela nos cuenta los terribles sucesos acontecidos en la pequeña localidad finlandesa de Forshälla, donde aparecen varios cadáveres mutilados. El comisario Lindmark será el responsable de  dirigir el equipo encargado de la investigación.

Los ingredientes de la novela no tienen nada novedoso, varios asesinatos, un asesino aparentemente muy inteligente, un grupo de investigadores en busca del responsable y un policía con problemas personales al frente de la investigación.

En lo que encontramos ciertos aspectos diferenciadores es en el estilo narrativo. No se trata este de un libro lineal, en el sentido en que no está todo él narrado en primera o tercera persona, sino que en cada capítulo conocemos detalles de la historia a través de diferentes personajes, y en algún caso se nos narra la historia como si de una obra de teatro se tratase, con el nombre del personaje en letras mayúsculas y a continución su texto.

He de decir que en un principio este estilo no me agradó en absoluto, más bien me pareció algo pesado pero con el paso de los capítulos y según avanzaba la trama me fui acostrumbrando y al fínal puede que incluso lo agradeciese.

En cuanto a la trama no es nada del otro mundo, no rebosa originalidad en los crímenes, algo que se ha convertido en la seña de identidad de John Verdon (del que ya hemos hablado en posts anteriores).

Aún así, la novela cumple con su papel que no es otro que el de la mayoría de obras de novela negra, entretener sin muchos artificios mediante una lectura fácil.

Monsters

Antes de nada he de decir que mi crítica a esta película la escribí hace unos meses pero era tan demoledora que decidí no publicarla hasta pensármelo dos veces. Hoy, no voy a ser tan duro como entonces (aunque no lo parezca).

Éxito en Sitges y Toronto,esta película podría haber sido algo decente en manos de un director que afrontase el reto de otra forma.  A algunos críticos les recuerda a M. Night Shyamalan, ni mucho menos señores, aún sin ser yo un admirador del director de origen indio, no le niego ciertas virtudes y de haber cogido esta historia tampoco habría hecho una gran película pero nos hubiese dejado para el recuerdo alguna escena inolvidable… o un tráiler cojonudo.

Como atenuante diremos que la película fue rodada casi sin medios, viajando con el mínimo equipo necesario y usando como actores de reparto a las gentes de los pueblos por los que se movían.

La historia es, se encuentra vida allá por el sistema solar y se envía una sonda a recoger muestras. La sonda se estrella en México y el país se infecta de bichejos malotes por lo que se decreta un zona de cuarentena. En esa zona trabaja un reportero gráfico que recibe la orden de sacar de la zona de cuarentena a la hija del dueño de la agencia donde trabaja.

A partir de ahí tenemos a dos personas intentando atravesar una basta zona llena de extraterrestres, lo que podía haber desembocado en una aventura de acción o una historia de romance. Poco de lo uno y poco de lo otro. No hay profundidad de los personajes, no basta con que nos cuenten su historia personal con cara de pena.

Mejor habría hecho su director en seguir el consejo de J.J. Abrams, ese de que un monstruo no debe enseñarse al principio, sino que se debe sólo sugerir al menos durante una buena parte del metraje para mantener la expectativa del espectador ante algo desconocido. Con ese planteamiento se habría logrado algo más potable.

Aquellos que la consideran una denuncia a la condición humana, de nuestro egoísmo y nuestra tendencia a la violencia se contentan con poca cosa.

Sus poco más de 90 minutos se me hicieron largos.

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Se agradece a "Super 8" la intención y el cariño que desprende para con la generación de los 70, su deseo de volver a meternos en un cine, para quitarnos unos 20 o 25 años de encima, y de que salgamos entre risueños y emocionados, olvidándonos durante 1 hora y media de nuestros complejos presentes, tal y como lo hicimos después de haber presenciado esos clásicos de Spielberg o Lucas.

El tono de imagen, ese tan característico negro azulado está presente durante casi todo el metraje de este pasajero divertimento, es resultón, me vienen a la cabeza" E.T"," Aliens el regreso" o "Encuentros en la tercera fase". Pero se queda en eso, un divertimento o mejor dicho un pasatiempo o jugarreta de dos señores con un talento descomunal para hacer soñar a generaciones enteras (sobre todo uno de ellos).

Tiene "Super 8" cierto encanto, le falta la inocencia de sus homenajeadas, por momentos me resulta fría, no me meto en la piel de ninguno de esos jóvenes (y no es cuestión de mi edad, lo prometo). Sales con la sensación de que podía haber sido grande, y de que no se instalará en el recuerdo de ningún treintañero pasado poco tiempo.

A pesar de no colmar posee un par de escenas memorables, que ponen de manifiesto la verdadera talla de Abrams, todo una pleitesía al cine, ese tan sutil y hermoso con el que apenas nos topamos unas pocas veces en la vida (a la primera escena de la joven protagonista delante de sus jóvenes directores me refiero).

Demasiado poco para tanto talento presupuesto, con escena final metida a calzador. Tal vez un trazado más profundo de los jovencitos, y del modo en que se relacionan entre si, en una edad en que las cosas empiezan a importar, le hubieran dado mas empaque, same same "Cuenta conmigo" (1986) pasable, se deja ver.

jueves, 1 de septiembre de 2011

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Super 8, lo nuevo de J.J. Abrams en colaboración con Steven Spielberg empieza bastante bien. Se nos presentan unos ingredientes interesantes, como cuando vemos a un cocinero en televisión preparando una receta.

En esos ingredientes vemos ya, no se si la mano de Spielberg directamente, o unos cuantos guiños del director a su idolatrado mentor. A saber, un grupo de niños soñadores, familias desestructuradas (que tanto acostumbra a mostrarnos el rey Midas de Hollywood), el ejercito estadounidense malo “maloso”… acompañado todo lo anterior de un alienígena.

Con estos ingredientes, no podemos dejar de pensar en películas del género, por llamarlo de alguna manera, Los Goonies, E.T., Los exploradores (Joe Dante 1985, que algunos de más de treinta recordarán), en resumen, peli de amiguetes que viven aventuras fantásticas y que allá por los años 80 encandilaban a los niños, y no tan niños, de la época. Y la elección temporal de la cinta, finales de los 70, es un claro de intento de ir por ese camino, una época sin ordenadores, ni videoconsolas con la imaginación infantil como principal arma contra el aburrimiento estival.

Pues se nos quedan cortos nuestros dos queridos cineastas en el propósito. Las aventuras de los muchachos se quedan en aventurillas, no quedará para el recuerdo ni una sólo escena memorable, y los personajes no son lo suficientemente buenos como para pasar a la historia del género, no hay un Gordi y un Slot vamos.

La película va decayendo según pasan los minutos debatiéndose entre una cinta familiar plagada de gags típicos y una de ciencia ficción  al más puro estilo de cuarentena alienígena. Gana la segunda opción pero sin llegar a conseguir el efecto deseado, lo que nos deja un film perfectamente olvidable que no cumple las expectativas creadas.

viernes, 26 de agosto de 2011

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Como una sorprendente y lúcida tragicomedia, nacida desde lo más profundo de las entrañas, y de los anhelos imposibles de colmar, se va disfrutando esta joya disfrazada de cine indie, con el mayor y más puro de los gozos.

Digo disfrazada, por que el buen cine no debe poseer etiquetas de ningún tipo, a pesar de los medios con los que se cuente.

"Juno" (2007)  es un buen ejemplo, y un certero punto de partida para comprender lo que acabo de escribir, y para saber por donde van los tiros en "Una historia casi divertida".

Es este tipo de cine necesario, vital y supone un verdadero puñetazo encima de la mesa de esos ejecutivos de los grandes estudios,  que invierten fortunas indecentes en perpetrar auténticas mierdas como "Conan" o "Linterna verde".

El simplista pero efectivo modo de contar una historia, en la que se muestran las dificultades de algunas personas, para entender y  hacerse entender en una sociedad que les engulle irremisiblemente, es el auténtico punto fuerte del film, eso y la soltura con la que Anna Boden y Ryan Fleck, se desenvuelven en el terreno más cómico de las ansiedades, de un adolescente a punto de caer en el abismo. Ese tipo de abismo al que se llega, mediante 1 o 2 decisiones autoimpuestas y polarizadas por la percepción, de lo que se espera de nosotros.

Definitivamente inesperada y muy disfrutable.

Hasta otra.

miércoles, 17 de agosto de 2011

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Con una vigorosa puesta en escena y unos efectos visuales realmente efectivos, este film, del inexperto director británico Rupert Wyatt, acierta de pleno en su propósito esencial de mostrar algo de luz y comprensión a sus complejas antecesoras.

Enternecedora, contundente y dotada de un ritmo adictivo, este proyecto si algo no te deja es indiferente, te das de bruces con los prejuicios iniciales en cuanto al racismo simiesco que te podía haber suscitado el original de Schaffner.

Andy Serkis tiene la culpa, vuelve a resultar clave en su contribución a la construcción de un personaje digitalizado. La recreación de César es prodigiosa. Consigue superar su representación de Gollum o de King Kong, y acaba por convertirse en el verdadero pulmón del proyecto.

Pero si Serkis lo borda, Jame Franco no convence, blando, sin aristas ni personalidad, no soporta el peso del personaje, como tampoco lo hizo en la ceremonia de los Oscars 2011, en la que fracasó estrepitosamente.

Freida pinto peor todavía, la hermosa chica de Slumdog Millionaire, es una mera comparsa, su personaje no importa, su superficialidad es absoluta.

Buena banda sonora a cargo de Patrick Doyle, apoyando con solvencia y aportando ese punto de épica tan agradecido.

Cuando la humanidad  se disfraza de simio deslumbra, cuando el simio se viste de humanidad emociona.

Buena peli, se deja querer y te mantiene expectante ante posibles secuelas. Eso sí, que las haga Rupert Wyatt.

domingo, 14 de agosto de 2011

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Segunda y esperada novela, al menos por mi parte, del escritor estadounidense John Verdon.

La primera entrega de los casos de David Gurney, “Se lo que estas pensando”, supuso un boom de ventas debido en parte a su sinopsis, la presentación de un caso aparentemente imposible que intrigaba al lector y le animaba a descubrir el truco.

En esta segunda novela nos encontramos con el mismo planteamiento, una escena del crimen prácticamente imposible que nos hará preguntarnos cómo es posible llevar a cabo tan retorcido crimen.

La diferencia entre ambas entregas, en que en esta segunda las tramas o acertijos prácticamente se reducen a ese hecho, salvo por la excepción de un par de clases que Gurney imparte en la academia de policía y a las que somos invitados para participar, como si de un alumno más se tratase.

Esto sucede al principio de la novela, y a partir de ahí, Verdon se pierde, en mi opinión, en situaciones personales y pesquisas más o menos retorcidas pero que no hacen que la trama del libro avance lo suficiente para seguir enganchado a la obra. Cuatro capítulos después, la trama está prácticamente estancada, y lo mismo otros tres después.

Si una de las virtudes de la primera entrega era la sencillez de su desarrollo, en “No abras los ojos” nos encontramos frente a un asesino demasiado rebuscado. Tiene puntos interesantes pero no tiene ni la calidad ni la capacidad de mantenernos pegados a las páginas capítulo tras capítulo.

Lo único que no defrauda es, una vez más, la explicación de la escena del crimen, que si bien en “Se lo que estás pensando” conseguí resolver, reconozco no he hecho lo mismo en esta segunda entrega, debido tal vez a la diferencia de entusiasmo con la que leí ambas novelas.

En resumen, esperaba algo más de “No abras los ojos”, no esperaba por supuesto la novela negra del siglo pero he decir que el sabor de boca ha sido un poco amargo.

Esperemos que Verdon vuelva a sus orígenes en la tercera entrega.

sábado, 30 de julio de 2011

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Apenas dos años después de que Daniel Sánchez Arévalo, nos sorprendiera con la compleja, grotesca y excelente "Gordos", nos la mete doblada con la infumable, previsible y  cursi "Primos".

Si la peculiar forma de narrar el oscurantismo que sucede a los traumas personales, y su demostración carnal de amor total y sin concesiones, por cada uno de sus personajes, era la principal virtud de "Gordos", cuesta creer que a Sánchez Arévalo, se le haya ido tanto la olla en esta imbecilidad que nos intenta vender, con el beneplácito de la creme de la creme de la crítica española (atónito me dejan).

El caso es que los primeros minutos no hacen presagiar el desastre que se avecina, tras un sorbo a mi refrescante coca-cola, precedido de un simpático monólogo del novio abandonado en el altar, y los esfuerzos por consolarle de sus a priori dos curiosos primos, todo se viene abajo justo después del segundo sorbo, cuando cada escena, cada diálogo y acción son tontas hasta decir basta.

Personajes sin la más mínima gracia, solo Antonio de la Torre se salvaría de la hoguera. Una retaíla de acciones previsibles y ñoñas, se van sucediendo mientras se va preguntando uno, que coño se ha metido el director para rodar semejante mierda, y lo que es peor, que cojones fueron a ver los que se dejaron olvidadas frases elogiosas de este engendro, en las revistas de cine más prestigiosas de España.

En fin, pérdida de tiempo total que en muchos momentos raya la vergüenza ajena.

jueves, 7 de julio de 2011

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La verdad es que no soy un gran consumidor de cine argentino. Estoy cansado de que siempre sean películas de gente humilde e intenten vendernos que el pobre en más auténtico. Además no soporto esa grandilocuencia argentina que parece que todo el mundo allí tiene un discurso en la cabeza perfectamente organizado esperando el momento justo.

Aún así, tras ver en el cine el trailer de Un cuento chino, me quedaron ganas de verla… y la ví.

Ricardo Darín interpreta a Roberto, un cascarrabias dueño de una ferretería que un buen día se ve ayudando a un chino que ha llegado a Argentina sin saber una palabra de castellano en busca de su tío.

Con ese argumento tenemos en bandeja un buen número de situaciones cómicas en torno a la comunicación, la soledad y las relaciones humanas. Tenemos también la opción de encontrarnos una historia lacrimógena sobre gente buena a la que le pasan cosas malas.

A estas alturas todos sabréis ya cómo se desarrolla la historia más o menos, y ese es el problema. Se trata de una película previsible hasta más no poder, sin excesiva originalidad.

Algunos golpes de humor basados en la irascible personalidad del personaje interpretado por Ricardo Darín y poco más.

Previsible, insulsa y fácilmente consumible y olvidable.

miércoles, 6 de julio de 2011

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Matthew Vaughn consigue en poco más de 2 horas, lo que a George Lucas le llevó unos cuantos añitos, previo paso del engendro horríbilis de la amenaza fantasma.

Y si la serie estaba en caída libre a punto de hostiar, con el abandono por otra parte lógico del solvente Brian Singer, esta nueva propuesta le supone un gran soplido en la nuca o en las orejas donde prefiráis, same same que lo de Star Trek but different.

Puede ser que mi desconocimiento de los comics y su mundo me estén influyendo demasiado a la hora de opinar, pero a joderse que es gratis.

Me gustó. Ágil, simpática, cachonda y bastante esclarecedora. No es un simple divertimento, lleva más dentro de lo que aparenta.

Me quedo con la mutante azul, con su lucha por ser ella misma, con su salida de armario y con ese cuerpazo (PIVÓN).

Además con el aliciente del tiempo histórico en el que se centra, (crisis de los misiles) tiempo interesantísimo y que es revisado desde un punto de vista realmente novedoso y sorprendente.

Cojonuda peli.

Abrazo.

miércoles, 8 de junio de 2011

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Al más puro estilo Jason Bourne, Jaume Collet-Serra nos presenta un thriller poco novedoso que cumple su función sin excesiva holgura.

El doctor Martin Harris (Liam Meeson) acude a Berlín con su mujer para una conferencia. Durante su estancia sufre un accidente que le dejará parcialmente sin memoria, y descubrirá que alguien le ha robado su identidad. A partir de ese momento se suceden las persecuciones y peleas para llenar 110 minutos de un guión poco original.

Guión  poco original porque como ya dijimos al principio, es una película demasiado parecida a la saga Bourne. Ausencia de memoria, una chica desconocida que ayuda al protagonista, organizaciones secretas y el escenario europeo, en este caso Berlín, que Hollywood ha comprendido es mucho más interesante y proporciona más alternativas que las ya excesivamente vistas localizaciones estadounidenses.

Liam Meeson cumple, como de costumbre en un papel similar al que interpretó en “Venganza”, si bien en ella la violencia que empleaba era masiva y de agradecer, aquí su desconcierto le coloca más como Harrison Ford en “Frenético”.

En resumen, una película sin más, por momentos algo aburrida. Como anécdota, comentar que el protagonista se hospeda en el Hotel Adlon, los que hayáis leído la saga de novelas de Philip Kerr que en más de una ocasión os he recomendado, sabréis por qué lo digo.

lunes, 6 de junio de 2011

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Podemos catalogar “El sicario de Dios” de dos formas, unos dirán que es un western futurista de vampiros, otros dirán que es una bazofia. Ambos tienen razón.

Es una película de vampiros, pero de vampiros sin ojos, de unos vampiros monstruosos sin apariencia humana ni glamour.

Es una película futurista, el típico futuro desértico y desolado donde el hombre vive recluído en ciudades dominadas por la influencia de la iglesia.

Es un western, eso sí. Posee muchos de los clichés del cine del oeste. El tren, el ataque a una familia de una granja en la “pradera”, las motos (que aquí sustituyen a los caballos).

En el reparto dos caras conocidas. Por un lado Karl Urban, habitual del cine de acción con participaciones en “El señor de los anillos”, “El mito de Bourne”, “Doom” o “Las crónicas de Riddick”, que salvo contadas excepciones viene demostrando una y otra vez que necesita cambiar de agente porque no le consigue nada más que papeles de mierda.

Por el otro, un desconcertante Paul Bettany. Un caso curioso, pues en su filmografía destacan papeles interesantes que auguraban un buen futuro como “Master and commander” o “Una mente maravillosa”, pero que tras trabajos como “Legión” o la película de la que hablamos me preocupa y seriamente. Otro que o bien necesita cambiar de agente o tiene un complejo de saltatapias que le lleva a hacer abdominales para torturarnos con papeles como este.

Efectos especiales cutres. Peleas normalitas. Personajes patéticos. Estética visual insulsa…

En resumen, una buena dosis de mierda.

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Matthew McConaughey, ha vuelto de las tinieblas para embadurnarse de botox y maquillaje en este previsible film dirigido por Brad Furman.

Un abogado, el típico malabarista de las salas de justicia, ha de enfrentarse al caso de un niño pijo acusado de propinar una brutal paliza a una prostituta.

Niño pijo interpretado por el siempre insulso Ryan Phillipe, un actor que además de coleccionar  interpretaciones en su haber como las de “Se lo que hicisteis el último verano” o “Crueles intenciones”, terminó de darle la puntilla al mismísimo Eastwood con un trabajo lamentable en “Banderas de nuestros padres”.

Dos actores de cierto renombre se unen al reparto. La oscarizada Marisa Tomei, a la que ya no le dan ni secundarios decentes, y un incomprensible William H. Macy, que alterna grandes papeles de secundario de lujo con subproductos como “Celular” o la película que ahora nos ocupa. Macy, que ya compartió cartel con McConaughey en una insufrible broma cinematográfica llamada “Sáhara”, con el agravante de contar con Penélope Cruz.

Pero basta ya de ser perverso, he de decir en favor de la película, que a pesar de ser previsible en su totalidad para cualquier persona que haya medio visto un par de películas de juicios, cumple su función como producto palomitero fácilmente consumible que no exige mucho al espectador. Hubiese sido peor si nos hubiesen intentado sorprender con giros de argumento mareantes.

Como dato la película está basada en una novela de Michael Conelly, autor de la obra en la que se basa “Deuda de sangre”, dirigida e interpretada por Clint Eastwood.

sábado, 4 de junio de 2011

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Cuando las ideas se encuentran tan encorsetadas y oprimidas, como la perla negra en su carcelaria botella, lo más solvente es recurrir a Jack Sparrow en todo su magnetismo y esplendor. Esto lo entendió Rob Marshall al pie de la letra, para salvar su cuarto proyecto en la gran pantalla.

Desconozco las motivaciones del director a la hora de enfrentarse a este reto, pero intuyo que el cariño por sus antecesoras no está entre ellas.

Si el objetivo es captar nueva tripulación de simpatizantes  y enganchar a los nuevos adolescentes a una trilogía futura, la jugada no es tan mala.

Si en cambio recuperar a los amotinados (entre los que me incluyo) de anteriores batallas llevándolos hacia novedosos y prometedores horizontes era el propósito propongo un cambio; Rob Marshall por la perla.

Penélope está horrible como casi siempre, su química con Depp es similar a la mía con el hígado de cerdo o ternera.

La banda sonora pese a reiterativa se sostiene, aunque esto era previsible.

A Ian McShane como Barbanegra el misterio le abandona al instante.

Los secundarios son realmente patéticos, auténticos comparsas en este barco, destinado a atracar las carteras de todo bicho viviente.

Con semejante panorama, nos agarramos a Sparrow y sus piruetas, que nunca defrauda y siempre nos lleva a buen puerto, o al menos a alguno. Y nos dejamos seducir por los sibilinos cantos de sirena, con la esperanza de despertarnos en la perla negra , rumbo a donde la vieja brújula de Jack diga, durante algo mas de 2 horas.

domingo, 29 de mayo de 2011

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El intento de ruptura con la creencia frecuentemente instalada en la memoria individual, de que cualquier tiempo pasado fue mejor, ofrece una coartada perfecta al venerado director Neoyorquino, para llevarnos de forma simétrica al París de los años 20 y de la Belle Epoque, incluso al renacimiento, en uno de los mejores chistes del film.

Estrenada en el recientemente clausurado festival de Cannes, con una gran acogida de crítica y público (como no podía ser menos), esta fábula condensa lo mejor y lo peor del cine de Allen de los últimos tiempos.
Esa fascinación del director por el viejo continente alcanza su clímax en esta apacible e inofensiva comedia, en la que los eternos problemas de angustia existencial e inseguridad del director, solo sirven de excusa liviana a merced de los verdaderos propósitos del guión.

Gil (Owen Wilson), guionista de films menores en Holliwood y aspirante a novelista regresa a París con su prometida Inez (Rachel McAdams), aprovechando el viaje de negocios que el padre de esta se ve obligado a hacer. En una excursión por las calles y la noche parisina se sube a un vehículo que lo transportará a un añorado pasado en el que conocerá a algunos de sus ídolos literarios, y a Adriana (Marion Cotillard) amante de Picasso y ardientemente deseada por Hemingway, la mujer que le hará replantearse si realmente merece la pena vivir en el presente real.

Es en el reparto donde el film baja enteros, no existe fuerza ninguna en casi ninguna de sus interpretaciones. Owen Wilson no da la talla como evidente sustituto del director (uno más), y pese a que el guión posee potencial dada la riqueza de los personajes que van desfilando por el, cuando salgo del cine ya me he olvidado de casi todos.

Si acaso, sí me pregunto si Godín se habrá ligado a la Cotillard, que esta sí son palabras mayores.

Buena película pero para nada de lo mejor de Allen. Sus halagos empiezan a tornar en servilismo.

domingo, 22 de mayo de 2011

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Y regresó Bernie Gunther de la mano de Philip Kerr en su séptima aventura, o desventura.

Ya os había hablado anteriormente de esta serie de novela negra del escritor escocés que tiene como protagonista a un inspector de la KRIPO, luego detective privado, luego criminal de guerra exiliado.

Esta séptima novela se desarrolla en 1954, un año en el que la guerra y el nazismo parecen ya relativamente superados pero nada más lejos de la realidad. Las heridas profundas tardan mucho en cicatrizar. Y Gunther tiene muchas heridas.

En un relato lleno de saltos temporales, Kerr nos lleva de aquí para allá, de la Cuba de Batista a la Alemania de postguerra, a la guerra en el frente ruso,  a la Alemania de los años treinta… para relatar una buena parte de la historia de Bernie Gunther.

Adicto a los golpes, Gunther seguirá con su sarcasmo y cinismo característicos para intentar sobrevivir una vez más a los siniestros personajes con los que tendrá que lidiar, y a los que tendrá que contentar, bien con la verdad, bien con las más elaboradas mentiras si no quiere dar con sus huesos en la horca.

Los americanos, los franceses, los rusos y la Stasi sustituyen ahora al partido nazi, la GESTAPO y la NKVD como hostigadores del protagonista. Enemigos nuevos, o los mismos con otro rostro, que pondrán contra las cuerdas al pícaro berlinés.

No es la mejor novela de la serie, pero siempre es un placer leer a Kerr.

miércoles, 13 de abril de 2011

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Esperaba más la verdad. Tenía puestas unas cuantas ilusiones en el debut como director de Josh Radnor (el Ted Mosby de “Cómo conocí a vuestra madre”).

Premio del público en el festival de Sundance, el film traía una aureola de originalidad y calidad que para algún flipadillo colocaban a Radnor en la pole position para convertirse en el nuevo Woody Allen. El propio director se aleja de esa herejía y niega la mayor declarando que no cree que el director neoyorquino sepa siquiera quién es.

Entrando ya en materia, el film cuenta una historia coral ambientada en Nueva York. Seis personas en busca de la felicidad y el amor. El eje central lo representa Sam Wexler, un escritor que intenta hacer despegar su carrera y su vida, y que se topa con un niño huérfano en el metro, Rasheen, al que termina llevándose a casa a pasar unos días.

En este punto es donde sufro mi primera desilusión. Y es que lo acontecido hasta entonces me recuerda demasiado a Smoke. Un escritor que no atraviesa su mejor momento topa con un joven negro llamado Rashid (hasta el nombre se parece) y lo acoje unos días en su casa… de Nueva York.

Con ese decorado, nos sumergimos en la historia de sus protagonistas, tres parejas, unas hechas, otras por hacer.

La película me recuerda en algún momento a “Ella es única” de Eduard Burns, si bien con menos carga cómica. Intenta llevar el peso del filme a base de diálogos pero que no consiguen mostrarnos a sus personajes en su totalidad. Siempre nos quedamos a medio camino. Y ahí es donde la película pierde su oportunidad.

A pesar de todo, creo que es un buen intento y personalmente agradezco los intentos de hacer películas sin grandes pretensiones, más o menos cotidianas. Eso sí, espero que la próxima vez, Radnor apueste bien por la carga cómica o por diálogos más desgarradores y sinceros (del tipo “500 días juntos”).

sábado, 12 de marzo de 2011

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Película esta sin grandes pretensiones, y en la que de nuevo un inmenso Christian Bale, vuelve a dar unas buenas clases de interpretación (merecido Oscar el suyo).  El actor galés le sube la nota ostensiblemente a este convencional film, que a medida que uno va visionando, le suena progresivamente a deja vú.

Rodada de forma efectiva por David O´Rusell, tal vez sea la falta de espumosa condescendencia con los personajes que describe, lo que la hagan un poco más especial.

Sin embargo no deja poso alguno.

Dicky Eklund (Bale), boxeador retirado, adicto al crack (no a Messi, al otro, al nocivo) y en el pasado ídolo de una pequeña ciudad de Massachussetts, al haber logrado tumbar en  una ocasión al gran campeón Sugar Ray Leonard, intenta resarcirse de sus fracasos ayudando a su hermano pequeño Micky Ward (Mark Wahlberg), a lograr el campeonato que a él se le resistió.

Bale se come a Wahlberg desde la primera escena hasta la última, tampoco es una sorpresa, pues salvo en "Boggie Nights" o "Infiltrados", este chico apenas a mostrado nada del talento que en un principio se le suponía. El poco carisma que despierta, junto con la poca profundidad en el trabajo de los secundarios, lastran definitivamente un proyecto que se acaba tornando en fácilmente olvidable.

También me cuesta masticar y tragar el Oscar otorgado a Melissa Leo (aquí novia de Wahlberg), por un papel plano y mediocre por igual. Sin ir más lejos Jacki Weaver en "Animal Kingdom" le mete un meneo de padre y muy señor mío. En fin, cosas de estos infames señores que se hacen llamar "La academia".

Hasta otra.

viernes, 4 de marzo de 2011

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Portentoso trabajo el de Portman. La que llamasen la nueva niña prodigio del cine, tras su descubrimiento en "Leon, el Profesional" (1994), justifica ya de por si el dinero de la entrada, el tuyo y el de alguno más.

La madurez alcanzada en su interpretación, colisiona de forma triunfante, con el tono infantil y melancólico del personaje que interpreta, o mejor dicho que vive y sufre. Es realmente admirable el esfuerzo, derroche y compromiso que esta joven nacida en Jerusalem, y que aún no ha cumplido los 30, demuestra para con su profesión. Pocas actrices me han llegado como ella.

Por otro lado Aronofsky vuelve a arriesgar en su nuevo proyecto, aunque eso ya no es noticia. Pertenece este interesantísimo y joven director, a una estirpe de creadores en peligro de extinción, una en la que sus integrantes son totalmente ajenos a los movimientos o intereses de la industria del cine. Aquí consigue conmover y aterrar por igual, difícil tarea de la que sale vencedor y que se valorará con el tiempo.

No se donde he escuchado o leído que su pasión por el ballet y la danza le viene de su hermana mayor. Bien, si esto es cierto, le estará agradecida, por que no imagino un homenaje más hermoso a su mundo, sus sacrificios y sus sacrificados.

El memorable clímax final a ritmo de "El lago de los cisnes", impacta tanto que salí de la sala deseando que su joven protagonista obtuviese el premio que se merece y que al final se ha llevado. Por que el otro, el de la perdurabilidad ya lo tenía.

Hasta otra.

jueves, 3 de marzo de 2011

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A medio camino entre un documental del Discovery Channel y un videoclip de la MTV, Boyle nos presenta la historia de Aron Ralston, un escalador/aventurero que se queda atrapado varios días a causa de una piedra que le aprisiona un brazo.

La historia planteaba un reto interesante, pues está dotada de un dramatismo propio que la hace ciertamente atractiva. Lo arriesgado del proyecto era plasmar en pantalla una historia que transcurre en un espacio físico muy reducido y con un único personaje.

La cinta dura 93 minutos, metraje corto, pero lo cierto es que no hay tampoco para mucho más. Metraje corto sí, pero que hay que rellenar, y aquí Boyle nos vuelve locos a base de flashbacks, delirios y desvaríos a base de multiplanos mareantes con el objetivo de dotar de ritmo una historia que transcurre en un espacio mínimo.

En mi opinión se debería haber preocupado más de transmitir la angustia de Ralston que de divertir al espectador, pues lo uno, inevitablemente habría llevado a lo otro sin necesidad de tanto artificio de realización.

No consigue llegarme en casi ningún momento, no siento empatía por el protagonista, y eso es culpa de Boyle. Cierto es, que yo no soy un admirador del director, salvo Trainspotting su filmografía no me seduce. Slumdog Millionaire me parece muy sobrevalorada, 28 Días Después del montón, Sunshine la abandoné en media hora, y La Playa ni me ha planteado verla.

Significativo es, que una película que ha sido candidata a los Oscar a mejor película y mejor actor, no haya contado con nominación a mejor dirección, eso creo que dice bastante. El resto de candidaturas a mejor película con peso tenían también la de mejor dirección.

Para James Franco, este filme puede suponer algo grande, pues está ahora mismo en boca de todos y tal vez, él sea el único que saque algo de provecho de esta cinta mediocre y pronto olvidada.

martes, 1 de marzo de 2011

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Dotada de una sobriedad con aires de clásico, los Coen nos traen una versión del film que allá por 1969 dirigiese Henry Hathaway.

Juro y perjuro que cuando era niño vi la película original pero, era yo sólo un infante, y sólo conservo algún vago recuerdo a modo de fotograma aislado. Es por ello, que me enfrentaba al film con ojos y mente abierta, sin expectativas que cumplir.

La historia arranca de forma tranquila, pausada, presentándonos los hechos que dan lugar a la historia con voz en off, acompañada de una imagen fija, simple pero ilustrativa, junto con una melodía sin artificios, muy a la manera de Clint Eastwood que le viene a la película como anillo al dedo.

Esa sencillez nos acompaña durante toda la película. Es un western, pero un western de personajes, no de escenas.

Destacar el trabajo de Haylee Steinfeld, que da vida a la huérfana en busca de venganza Mattie Ross. Testaruda, insolente, arrogante, ácida. Steinfeld interpreta a la perfección ese papel dejando claro que, a pesar de su carácter, no deja de ser una niña de 14 años. Excelente.

Jeff Bridges pasa el corte holgadamente con un personaje burlón, dotado de gran vis cómica, ese que Bridges domina a la perfección. Pero a pesar de su gran trabajo, opino que se ha visto eclipsado en parte por su colega femenina.

Matt Damon realiza un trabajo justito, pero no por culpa suya. Su personaje es sin duda el menos trabajado de los tres, sin profundidad ni peso suficiente para intentar siquiera lucirse lo más mínimo.

Buena película que nos demuestra una vez más, que en los momentos en los que el cine esta falto de ideas, el western sigue siendo un buen refugio.

viernes, 25 de febrero de 2011

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Notable, cautivadora e hipnótica adaptación del libro de Maurice Sendak "Cuento para niños".

Esta infravalorada cinta nos muestra  lo mejor del cine de Jonze. Un poderío visual muy por encima de la media, y un homenaje en toda regla al cine sin artificios y demás aditivos, llámese 3 dimensiones o derivados.

Acusada de quedarse a medio camino en todo, de vacía, de hueca, de demasiado infantil para adultos y demasiado adulta para niños, vaya tópico de mierda por cierto, lo que sin ninguna duda contiene es una personal, hermosa, tierna y a la vez terrorífica historia sobre un niño que corre en pos de un lugar, donde se le obedece, se le adula, y se le ama por encima de todo.  Para ello se inventa un mundo onhírico y surrealista donde unos muñecos gigantes le acogen sin complejo alguno como el rey de su singular comunidad.

La gran virtud del film es su capacidad para sobrecoger desde la sencillez. Los enfados, celos, discusiones y reconciliaciones son tan puras y transparentes que llevan al adulto a lugares que creía haber perdido, digo perdido, no olvidado. Porque probablemente esa pureza en los sentimientos y esa ingenuidad ya no nos acompañe a muchos en nuestro presente real, lamentablemente, aunque nos empeñemos en negarlo.

A destacar también las evocadoras canciones de Karen O miembro de los Yeah Yeah Yeahs que adornan lujosamente este fabuloso proyecto.

Hasta otra.

martes, 8 de febrero de 2011

YEYA

Antes del amanecer, en el punto álgido de la helada, te me escapas sin ninguna palabra.

Besos de mi infancia que por siempre recordaré, bofetadas y ñalgadas que sin duda merecí.

Un antes y un después de este precioso día de despedida.

Entre todas destacaste, fuerza, pasión, amor y coraje, siempre serás un ejemplo para mi.

Las horas de briscas infinitas, como te reías cuando ganabas y yo lloraba,

Allí arriba no te dejes ganar eh!!!, que para ti no hay más ángel que yo.

Y de verano, caminando desde raíces hasta salinas, a nuestra playa, y sobre mis hombros tu silla.

En la ventana para gritarme enloquecida, ven a por agua!, ven a por agua!,

Y como me defendías de los diablos que me acechaban.

Antes de darte mi adiós, sabes que te doy mi vida, mi abuela querida.

Hasta pronto. TE QUIERO.

miércoles, 2 de febrero de 2011

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Diferente, curioso e interesantísimo film del guionista y director Jaco van Dormael.

Si bien es cierto que el tema no le resulta muy extraño, (lo ha tocado de forma más convencional en su primer largo,"Totó el héroe" de 1991), si que le imprime una definición y visualización más potente y mejor acabada en cuanto a recursos técnicos.

A finales del primer siglo del segundo milenio, Nemo Nobody revive cada una de las posibles vidas que habría podido experimentar de haber tomado según que elecciones  vitales en determinados momentos claves de su vida.

No podemos negar, que ese tipo de pensamientos se apoderan de nosotros lo queramos o no, de vez en cuando y luchemos como luchemos contra ellos, así que para nada resulta difícil meterse de lleno en la peli.

Con unas buenísimas interpretaciones de todos y cada uno de los personajes que van desfilando por el film, desde un brillante y contenido Jared Leto, pasando por la belleza y dulzura de Diane Kruger, hasta la atormentada Sarah Polley, y terminando con Toby Regbo, que encarna de forma muy convincente la efervescente adolescencia de Nemo, para mí de lo más bonito del film, vamos acompañando al protagonista en este elíptico, evocador y también caótico en algún momento, por todas y cada unas de sus posibles vidas.

Y yo en mi caso dejándome atrapar por ese mar de sensaciones que este casi desconocido director, nos va regalando sin cuentagotas alguno.

Mas que verla, sentidla, algo en ella me recuerda al "Olvídate de mí" de Gondry, y eso ya es mucho decir.

sábado, 29 de enero de 2011

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Al viejo maestro le tiembla el pulso en este irregular y facilón proyecto. Aún con la presencia de esos destellos luminosos ya inherentes en la filmografía de este inagotable director, se queda uno con sensación de pasmo ante las expectativas no colmadas.

Si "El intercambio" me aterrorizó, "Gran Torino" me noqueó con su potente crudeza, e "Invictus" me emocionó, "Mas allá de la vida" me dejó totalmente indiferente.

La película narra paralelamente tres historias de tres personas que han tenido una experiencia cercana a la muerta, ya sea en primera persona o a través de otros. Si bien el tema es interesante en cuanto a posibilidades, y en principio más todavía en manos del gran Eastwood, este no da con la tecla y carece aquí del punch necesario, para llevarnos más allá de donde nos han llevado otras veces.

Lastrado por un guión simple, y por unos diálogos que nos llevan tópico tras tópico hacia un final tan ingenuo como esperado, Eastwood saca a relucir eso sí, esas facultades tan suyas en cuanto al ritmo de la narración, y logra conseguir unas interpretaciones decentes tanto de Cécile de France, aquí traumatizada por una  experiencia tan terrible como singular, como de George Mclaren, niño sufrido y temeroso ante la trágica perdida de su hermano gemelo. De Matt Damon mejor ni hablamos.

Destacar también el trabajo de fotografía de Tom Stern, habitual colaborador de Eastwood desde que este rodara "Deuda de sangre" allá por el 2002, que logra darle a cada escena  y situación, su toque preciso de ambientación y luz.

Con todo ello la obra es insuficiente, y por supuesto no dignificará en nada, el preciado legado de este único y formidable director.

Hasta otra maestro Clint.

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Cuando era niño lo único que sabía acerca de la Segunda Guerra Mundial era lo que veía en el cine. Las películas de Hollywood nos contaban los horrores de la guerra desde el punto de vista norteamericano o, en ocasiones, británico. El Día D, la guerra en el Pacífico, Pearl Harbour. Crecí pensando que la guerra era algo casi exclusivo de los americanos, ingleses, alemanes y japoneses.

A medida que fui creciendo, descubrí que el conflicto no era tan simple como el cine condicionado por el patriotismo americano (lógico por otra parte),  la guerra fría y el telón de acero. La Unión Soviética también había luchado y sufrido, y de qué manera.

A poco que uno indague en la historia, se da cuenta de que algunos de los momentos más decisivos y más terribles de la Segunda Guerra Mundial tuvieron lugar en el frente oriental, el ostfront. Stalingrado, Kursk, Moscú… Leningrado.

En Leningrado (San Petersburgo), tuvo lugar uno de los episodios más infames de la Segunda Guerra Mundial. La ciudad fue sitiada durante 872 días. El objetivo era matar a la población de inanición. Dos millones y medio de personas quedaron a merced del hambre, las enfermedades y las bombas que durante cuatro horas al día caían sobre hospitales, colegios, barrios residenciales y fábricas.

Por si eso fuera poco, al asedio nazi, hubo que añadir la represión del régimen Stalinista, que veía, en la ciudad de Lenin, indicios de anti bolchevismo, riesgo de traición. Por ello, la NKVD del infame Lavrenti Beria, persiguió implacable cualquier muestra de lo que ellos consideraban comportamiento subversivo.

Tras una primera parte en la que Jones nos relata el avance alemán sobre la ciudad y sus planes, así como la desastrosa defensa de la ciudad por parte de Voroshilov, “el mayor saco de mierda del ejército” (en palabras de Nikita Jrushov), el autor se centra sobre todo en el terrible invierno de 1941. Con un racionamiento de pan de hasta 125 gramos al día, la población civil se vio obligada a recurrir a casi cualquier cosa para sobrevivir. Animales, cuero de los cinturones, pegamento, las hojas de papel de los libros… el canibalismo.

En esa situación, Jones nos relata hechos horrendos realizados por gente corriente para poder llegar al día siguiente mientras sus dirigentes vivían el asedio con opulencia y los estómagos llenos. Los relatos en primera persona extraídos de diarios, muestran la crueldad humana pero, y esta es la lectura que hemos de sacar, están repletos de historias de altruismo extremo. Cuando compartir un trozo de pan con otra persona podía significar la muerte, cuando el simple hecho de ayudar a una mujer a levantarse de la calle podía acabar en la muerte de ambos, la gente de Leningrado resistió. Se apoyaron unos a otros, y fue ese deseo de ayudar, de no permanecer indiferente, lo que les permitió resistir.

No es fácil leer la historia de un niño que desea la muerte de sus padres para poder así hacerse con su ración de pan, ni conocer la historia de una mujer que al llegar a casa encontró a su madre con su nieta en la bañera vacía repitiendo “qué niña tan gordita, qué niña tan gordita”, pero es necesario.

sábado, 22 de enero de 2011

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Andaba yo algo chafado y sin plan para el viernes de noche, pues mi ingenuidad y cabezonería, consiguen hacerme olvidar que en Asturias y a Asturias todo llega más tarde de lo debido y eso si llega.

Lo digo porque el último parto de Michael Winterbottom, “El demonio  bajo la piel”, basado en la novela de Jim Thomson, se ha debido de estrenar en todo el puto país menos en mí querida y verde tierra ( a excepción de la capital), pero bueno, al final  no salió mal la cosa, y aproveché para verme "Matar a un ruiseñor",pues me había prometido verla, ahora que voy a tener más tiempo.

Digo, no salió mal la cosa, por que la adaptación a la gran pantalla de la novela homónima de Harper Lee, es una película perfecta, rodada con un pulso extraordinario, impecablemente interpretada por un inmenso Gregory Peck, si es que alguna vez no lo estuvo, y con unos secundarios sobrios y dignos de mención. Robert Mulligan demuestra una maestría y saber hacer envidiable en la dirección.

Atticus es un abogado del sur en los tiempos de la gran depresión, padre de 2 niños y viudo de una mujer a la que echa de menos constantemente. Al brillante abogado le endosan la defensa del caso de violación de un hombre negro a una joven de raza blanca. Los rumores y comentarios apenas mermarán la capacidad y la inteligencia de un hombre con unos  principios tan grandes como su corazón.

Pero no es esta solo una película de principios y juicios, es también uno de los alegatos más bellos y conmovedores contra el racismo que mis ojos hayan visto, también es una tierna mirada a la infancia, aquí protagonizada por unos niños traviesos y curiosos que se debaten entre perpetrar la próxima aventura y la admiración  por la figura paterna.

La peli cala hondo, veo a esos niños y me apetece volver a esos años míos de aventuras y sermones, que el tiempo ha conseguido que recuerde como felices, pero que seguro que no lo fueron tanto. Veo a ese hombre, con su bondad, sabiduría y saber estar, y hace que me pregunte por qué no hay más hombres así, y me aterra la idea de que precisamente es ese tipo de hombre el que hoy en día se siente al margen de la sociedad.

Hermosa película, pecado no verla.

viernes, 14 de enero de 2011

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Joel Schumacher ha adaptado al cine la novela que en 2002 escribiese, con tan sólo 17 años, Nick McDonell.

Historia coral, cargada de personajes que de una forma u otra encuentran un nexo de unión en la figura de “White” Mike, un joven que tras la muerte de su madre, abandona el colegio para convertirse en traficante de drogas.

Pero “White” Mike no trafica como los camellos de The Wire. El lo hace en la zona pija de Nueva York. Vende a modelos y niñatos hambrientos de vanidad. A una retafila de clichés de cine segundón como son la chica lista y pija con amigas aún mas pijas pero no tan listas, la reina del colegio, que consigue lo que desea manipulando a personajes como el pardillo perdedor, hermano del musculitos agresivo…

Schumacher intenta vendernos una historia de problemas adolescentes, un burdo ejercicio de psicoanálisis barato sobre la fauna pija de la gran manzana. Reforzado con una narración en off (que en la versión original lleva a cabo Kiefer Sutherland) que trata de dar al filme un cariz melodramático que en realidad no tiene.

Llega un momento durante la película, en el que te dan ganar de dar de ostias a una buena parte de los personajes. Y no me vale que se trata de unos jóvenes en una edad muy difícil con unos padres que no les comprenden o incluso ausentes, no cuela. La manía de culpar a los papás de los problemas de los niños ricos empieza a cansar. O no aparecen, o cuando lo hacen, es para reforzar la historia de desamparo infantil. Muy visto.

Poca cosa.

martes, 11 de enero de 2011

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Berlín, 1932. Semanas antes del ascenso de Hitler al poder, el cadáver de una joven es hallada muerta en el río Havel con las piernas extrañamente deformadas. El inspector de la KRIPO Willi Kraus, es el encargado de la investigación.

Con este argumento Paul Grossman nos presenta la que es su primera novela. Una novela negra en la que según nos vamos adentrando, nos damos cuenta del verdadero crimen y las verdaderas víctimas. Porque en los últimos días de la República de Weimar, encontramos el auténtico leit motiv de la novela.

La víctima no es la joven hallada muerta sino la propio Alemania que poco a poco cae en manos del terror nazi sin apenas darse cuenta, como si de un sonámbulo se tratase. Kraus no se enfrenta a un asesino de carne y hueso en realidad, sino a algo mucho más grande y poderoso. Algo que nosotros, desde la perspectiva del que conoce la historia ya sabemos, pero que los personajes, algunos, aún esperan derrotar.

Kraus, famoso policía. Kraus, héroe de la Gran Guerra. Pero sobre todo, Kraus, judío, asistirá en primera persona a los cambios, tan poco probables, en teoría, que se suceden en el Berlín de 1932. Un Berlín excepcionalmente recreado por Grossman. Pasamos con sus protagonistas por la Alexanderplatz, por el Tiegarten, subimos al S-Bahn…

En ese aspecto, la novela recuerda a la Berlín Noir de Philip Kerr. Las calles, el bullicio Berlinés, el Hotel Adlon… Incluso un personaje se llama Gunther, no se si por coincidencia o como guiño al escritor escocés.

En definitiva, me ha parecido una buena novela. Alguno de los que me conoce dirá, tal vez con acierto, que cualquier cosa relacionada con la Segunda Guerra Mundial y el Nacismo me seduce a priori, turbando mi mente, privándome de criterio… como un sonámbulo.

domingo, 9 de enero de 2011

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Si el baremo a seguir para poner nota a un proyecto es lo arriesgado de la propuesta en sí, esta se merece un sobresaliente. Digo arriesgado por que este personal director español, conserva un estatus, que el mismo pone en juego, con cada apuesta cinematográfica que alumbra, y por lo que veo conserva esa rebeldía innata para no importarle una mierda jugárselo en una ruleta rusa en la que un día de estos, la bala del tambor del arma a disparar, quede alojada finalmente en su privilegiada cabeza.

Pero no debe medirse un proyecto solo siguiendo este importante baremo, y yo desde luego no lo voy a hacer.

La película es divertida, entretiene y contiene dentro varias escenas, que quedarán grabadas en nuestra retina y que puedo decir desde ya que perdurarán. Pero su guión falla, en ocasiones da la  impresión de que asistimos a un mosaico de imágenes grotescas que no lo logran formar parte de un todo.

Los avatares de la vida de las personas que integran un circo, sirven de nexo para que el director haga un recorrido histórico-satírico por la historia de España, desde la guerra civil hasta el final de la dictadura y comienzos de la transición. La ironía y las rabiosas formas del director para criticar un tiempo histórico aún cercano para las generaciones de los 50, 60 y 70, son cuanto menos pioneras, interesantes y con una falta de complejos tal, que me da la impresión que los personajes no le importan, solo son un vehículo necesario para conseguir su propósito.

Es aquí donde el film adolece de la personalidad necesaria para cuajar. No es culpa de los actores, Carlos Areces realiza un trabajo magistral y Antonio de la Torre no le va a la zaga, pero sus esfuerzos no bastan, ellos ya han perdido desde el principio, desde la concepción, aunque su profesionalidad y su corazón no les dejen rendirse.

Debo decir que el ritmo y el talento visual que atesora el film, son propios de un director portentoso y nacido para esto, y que a buen seguro nos traerá buenas noticias pronto, esta vez la bala de la ruleta se encasquilló. Has tenido suerte.

 

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