domingo, 17 de enero de 2010

Abadía

Últimamente se ha puesto de moda un personaje llamado Leopoldo Abadía.

Este hombre se hizo famoso por un libro en el que explicaba de forma sencilla y para todos los públicos el por qué de la crisis. Ahora ataca con otro libro en el que asegura tener las claves para salir de la situación económica que vivimos.

Este hombre, llegó a decir que no sabía nada de economía, lo cual me hace plantearme varias preguntas. La primera, si los economistas que supuestamente saben, no han tenido el éxito de este hombre, ¿para qué cojones sirven?. La segunda, si es tan bueno y ha dado en el clavo y sabe analizar la crisis y salir de ella, ¿dónde coño estaba antes de la crisis?, ¿por qué no nos advirtió?.

La respuesta a la primera pregunta es sencilla: los economistas no tienen ni puta idea. Son gurús de una ciencia forense que sólo sabe analizar las cosas a toro pasado.

La respuesta a la segunda pregunta también es sencilla. Este hombre es el típico geta que ha visto la oportunidad de negocio en la crisis. Pero no ha visto negocio mercantil no, ha visto el negocio de aprovecharse de la situación. Escribe libros, participa en programas y tertulias, anuncia gasolina…

Se trata de un hombre que en el programa de Susana Griso, tuvo los santos cojones de hacer lo siguiente: una chica licenciada había perdido su trabajo en banca por la crisis y había sido rechazada como cajera de un supermercado por tener demasiados estudios. El caso se presentó como ejemplo de lo mal que van los tiempos, y allí estaba el abuelo cebolleta para ir de supergurú. La Griso le pidió un consejo para que la chica encontrase trabajo y el fulano, sin ponerse rojo le dijo: “monta una empresa”. Ole, ole, ole sus cojones. La cara de la chica era un poema.

Otro ejemplo: cadena SER, hablando de Caja Madrid, llaman al superabuelo. “Sr. Abadía, ¿deben estar preocupados los clientes de Caja Madrid por la que están montando Aguirre y Gallardón"?”. Respuesta: “Hombre creo que sí. Yo no porque sólo tengo una pensioncita de unos 2.000 €? (no recuerdo la cifra exacta pero por ahí rondaba). Toma ostiazo milerurista, si este cobra una pensioncita tú eres un puto muerto de hambre. Desconocimiento de la realidad social, una enfermedad en alza.

Pero ¿por qué pasa esto? ¿por qué le permitimos a este tipo tomarnos el pelo?. La razón es lo que yo llamo “El factor X”. Su nombre viene del programa que emitía cuatro donde la gente exponía sus facultades artísticas. Había una constante: hombre/mujer joven o de mediana edad haciendo el ridículo: a la puta calle, y humillado. Niño o anciano haciendo el mayor de los ridículos, y pasaba ronda. Se le decía algo así como, “has demostrado un espíritu jovial y tu actitud ante la vida es encomiable, sigues adelante”. Tócate los cojones. No hay huevos a faltar a la gente mayor por muy patética que sea. No hay huevos.

Pero claro, un programa que juzgaba talentos donde el jurado lo formaba gente como Miqui Puig de Los Sencillos, es para dar de comer aparte. “Uuhhh bonito eees”. OLE, OLE Y OLE!!!! vaya mierda de canción que nos hemos inventado. Y estará en la SGAE protegida por derechos de autor. Lo veo bien, es más, al que se descargue esa canción no solo le quitamos internet sino que le damos de ostias por friki y falta de gusto musical.

Dios mío, entre esta y el “Depende” de Jarabe de Palo dan ganas de ponerse a asesinar gente. Bueno, estoy perdiendo los papeles así que lo dejo aquí, que empecé con el Abadía y me he ido por las ramas.

Y eso es en definitiva, lo que de verdad me toca los cojones.

viernes, 15 de enero de 2010

Fuga de Colditz

Hoy os hablo un poco de esta fabulosa serie que ya tiene unos cuantos años, de hecho yo tenía vagos recuerdos de mi infancia. Creo recordar que la echaban los sábados por la tarde y en mi casa no se perdían ni un capítulo.

Se trata de una serie de la BBC que se emitió en España a mediados de los ochenta. Cuenta las peripecias de un grupo de prisioneros de guerra durante la II Guerra Mundial cautivos en el Castillo de Colditz, una prisión fortaleza de máxima seguridad destinada a retener a los “expertos en fugas”.

Entre sus protagonistas cuenta con Robert Wagner, al que algunos recordareis por la serie Hart y Hart. También interviene David McCallum, que ya participó en otra aventura sobre campos de prisioneros, nada más y nada menos que en “La gran evasión”.

La serie consta de dos temporadas y está basada en los dos libros escritos por el Mayor Patrick R. Reid. Dos libros que os recomiendo si os gusta el tema. Son difíciles de encontrar, pero si os hacéis con ellos disfrutareis de lo lindo.

Desgraciadamente, no hay una versión en dvd disponible así que la única opción de verla es mediante “la mula”.

Destacar también que se sacó un juego de mesa, uno de los mejores que hay para muchos, sobre el tema. Podéis buscar multitud de referencias en la red sobre el juego, y no es muy difícil de conseguir.

En resumen, una muy buena serie sobre unos hechos históricos que hará las delicias de los aficionados a la II Guerra Mundial.

domingo, 10 de enero de 2010

Rabiosa actualidad el tema de las webs de intercambio de archivos y la propuesta del gobierno para que un  juez pueda clausurar en cuatro días aquellas que se lucran.

En este tema, en mi opinión, estamos siendo bombardeados con verdades a medias, opiniones partidistas y demagogia por ambas partes. Pero poca claridad veo yo. Me gustaría que se expusiesen claramente los puntos de vista y motivaciones de ambos bandos.

Por un lado, los artistas. Sus argumentos en esta materia varían sospechosamente. Utilizan nuestras creaciones sin pasar por caja. Las mafias del top manta usan el dinero para compra de drogas y trata de blancas. Las discográficas no venden y despiden a mileuristas. Cuando se cambia tan a menudo de argumento, malo. Y sin olvidarnos de la pobre Rosario que vive en un cajero automático y come pan duro y de las limosnas de la gente porque se está muriendo de hambre…

Luego les entrevistan y dicen que la música es su vida, que les gusta hacerlo, que su mejor ingreso son los aplausos de la gente. Hipócritas. Queréis pasta como todos. Si sale un artista diciendo que quiere pasta y cuanta más mejor porque esto es un negocio y le gusta vivir bien, le aplaudo y me compro su disco aunque no me guste sólo por demostrar cojones.

El cine. Otra cuestión. Mirad, yo voy al cine una vez cada dos meses o así. Si hay películas que me interesan voy un poco más. Pero no voy a ir más, por cuestión de restricción presupuestaria. Esto significa que si yo me bajo una película, no implica que deje de ir a verla, no voy a ir igual aunque no me la pueda bajar, los ingresos serán los mismos. Es decir, 1.000 descargas de internet no implican 1.000 ventas menos.

También se bajan videojuegos, sin embargo el sector está en auge y año tras año aumenta las venta. Me pregunto por qué, tal vez porque ofrecen calidad. El caso es que no se quejan tanto como los artistas. Por cierto, antes de que se me olvide, el principal inconveniente para nuevos artistas hace unos años no era el top manta, era Operación Triunfo.

Y termino con los programas de intercambio de archivos que parecen tan perversos. Dos cuestiones basadas en mi experiencia personal.

La primera. Yo me descargué la primera temporada de The Wire siguiendo el consejo de un amigo. Me pareció una serie tan buena, que me compré la segunda temporada. Recientemente han salido a la venta la tercera y la cuarta. Caerán todas poco a poco, me las compraré gustosamente. Los programas de intercambio le van a proporcionar a la distribuidora la venta de las cinco temporadas. La calidad vende.

Y la segunda. La Fuga de Colditz es una serie de la BBC que se emitió en España creo que a principios de los ochenta. No está disponible en Dvd y las cadenas de televisión no han tenido a bien reponerla, así que la única opción para rememorar mi infancia y ver una buena serie de tv es descargarla de la red. Si se saca la edición en Dvd me las compraré. Hasta entonces, internet. Es como si un amigo me prestase unos vhs donde grabó en su día la serie.

Dicho todo esto, si quieren clausurar páginas web donde se ofrezcan derechos de autor con ánimo de lucro sin pasar por caja, adelante. Es la ley, hay que respetarla. Por cierto, en este blog, encontrareis un enlace al photoblog de Mamoru Izawa, un fotógrafo aficionado al que le gusta la fotografía y disfruta de ella por placer (de verdad, no como otros). Sus fotos las podéis copiar, imprimir, utilizar en trabajos y lo que queráis. Es gratis. Si especificáis que el autor es él, os lo agradecerá, si no, tampoco pasa nada. Él sí que lo hace porque le gusta. Se gana la vida con su trabajo diario y la fotografía es un hobby, no un negocio. No es un hipócrita. Eso sí, no autoriza a ningún miembro de la SGAE a su utilización, sólo a los piratas, y internautas solidarios en general.

miércoles, 6 de enero de 2010

Bocazas

Si nos damos una vuelta por los blogs de opinión, o por los artículos editoriales de la prensa digital que permite comentarios nos encontramos con una constante. Después de hacer una crítica sobre un tema en cuestión, ya sea la crisis, los problemas medioambientales, las injusticias sociales…, siempre aparece un comentario de algún lector que más o menos dice: “¿y cuál es la solución que propone el autor del artículo?, si tanto sabe que diga como solucionar el problema”. Y lo dicen con sorna, no con verdadero interés a las posibles opiniones del autor.

Desde aquí voy a contestar a todos esos bocazas.

Imagínense que una persona a la que se le ha estropeado el coche, lo lleva a un taller. Le dice al mecánico que el coche no arranca. Y el mecánico, le pregunta ¿ok, cómo lo arreglamos?.

Otro ejemplo, tiene usted vómitos, fiebre, erupciones subcutáneas y dolor de cabeza. Va al hospital y el médico, tras reconocerlo le dice: usted está enfermo ¿dígame cómo lo curo?.

Uno más para acabar. Va usted en un vuelo Madrid-Londres, y a punto de llegar a su destino, el piloto sale de la cabina y pregunta ¿quién de ustedes va a aterrizar el avión?.

Estos ejemplos son descabellados. Pero es exactamente lo que esos cretinos hacen en los comentarios. Identificar, o denunciar una situación que a nuestro modo de ver es injusto o erróneo, no implica que debamos conocer la solución.

Esas personas son los claros ejemplos del conformismo, del “deje usted hacer sin abrir la boca”. No son capaces de asumir una crítica. Son como esos niños que se pelean y acaban diciendo  “y tú más”.

No hace falta estar en posesión de la solución para identificar un problema y denunciarlo.

Señores bocazas, ese es el problema que he encontrado. Y adelantándome a sus comentarios y antes de que me pregunten cómo solucionar el problema, aquí les dejo una solución: identificar a esos bocazas que escriben los comentarios, ir a su casa y pegarles un tiro en la cabeza para que no vuelvan a escribir chorradas.

Y eso es en definitiva, lo que de verdad me toca los cojones.

Ah , y si mi solución no les parece acertada y publican un comentario … ¿que solución propone el autor del comentario?.

domingo, 3 de enero de 2010

Volar en avión

Mucho se está hablando últimamente acerca de los problemas que sufren los pasajeros de las líneas aéreas. Exhaustivos controles de seguridad que obligan a estar en el aeropuerto hasta 3 horas antes del vuelo si éste se realiza a EE.UU., retrasos o cancelaciones a causa de huelgas de pilotos, controladores o personal de tierra, ya sean estas huelgas declaradas o encubiertas, quiebra de compañías aéreas que por un lado dejan a sus pasajeros y empleados abandonados a su suerte.

Si nos damos un paseo por la prensa digital y más concretamente por los comentarios que los lectores escriben, veremos una serie de ideas recurrentes. A saber, por un lado dejar de volar a EE.UU. y que se coman ellos con patatas sus sistemas de control de pasajeros tan incómodo y a veces vejatorio, y que noten la bajada de turistas y el consiguiente descenso de ingresos por este concepto. Es una idea, claro está, pero poco efectiva a mi modo de ver. Las consecuencias económicas de un descenso del turismo a EE.UU. no creo que fuesen excesivas, no en un país como ese con tanta presencia empresarial en el mundo globalizado. Algo así podría funcionar en potencias turísticas como España o Túnez, donde los ingresos en hostelería tienen un peso determinante en el PIB del país.

Otra idea que se aporta en los foros es potenciar el uso del AVE en sustitución del avión. Esta medida puede ser acertada si bien encontramos dos inconvenientes. Uno es la todavía escasa implantación del AVE (o en su defecto “El Pato”) en la geografía española. Cierto es que hay líneas como la Madrid-Barcelona, o Madrid-Sevilla que suponen un buen medio de transporte sustitutivo del avión. Pero para aquellos que viven en La Coruña, Oviedo, Santander, Vitoria, Pamplona… el AVE es todavía una quimera que el tiempo y las inversiones estatales deben hacer realidad dentro de algunos años. Otro inconveniente es que esta medida de presión funciona en espacios reducidos, es decir, una persona que pretenda irse 4 días de vacaciones a Berlín por ejemplo, sigue dependiendo del transporte aéreo.

En definitiva, dos posibles soluciones con las que en el fondo, volvemos a los métodos de principios y mediados del siglo XX, a saber, autarquía, en este caso lo llamaremos una “autarquía del desplazamiento humano”, en comparación con las políticas autárquicas de sustitución de importaciones que eran tan populares, sobre todo en países en vías de desarrollo y en potencias dictatoriales donde esa autarquía era en parte impuesta.

Lo cierto es que nos ha tocado vivir una época de globalización donde las distancias son más cortas, física, pero también humanamente, y deseamos movernos en este mundo. Para hacerlo debemos pagar un precio, antes ese precio estaba expresado en divisas, ahora en tiempos de espera e incomodidades.

En un mundo donde reina la economía, esa ciencia de la escasez y por tanto de la elección, debemos, una vez más, elegir.

sábado, 2 de enero de 2010

El apocalipsis

Habrá una gran guerra que creará un nuevo orden mundial.

Una plaga de dimensiones bíblicas diezmará gran parte de la humanidad.

Un meteorito caerá en la tierra y destruirá todo rasgo de vida en ella.

Profecías o predicciones de visionarios no han faltado ni faltarán a lo largo de la historia de la humanidad. Es una constante que se repite una y otra vez desde la Biblia o las predicciones de Nostradamus, hasta las dulces locuras del borracho de turno en el bar de la esquina. Tenemos una especie de deseo de cataclismos catastróficos. Tal vez nos pueda la rutina diaria y necesitemos un cambio drástico, no lo sé.

Lo que yo creo, es que ese apocalipsis, ya ha comenzado, pero no nos hemos dado cuenta por dos razones. La primera porque no se trata de un cambio radical fácilmente identificable a simple vista. Y la segunda porque viene de nosotros mismos y así es más difícil reconocerlo.

Los valores sociales, humanos, están cambiando con los tiempos, igual que siempre han hecho, cierto, pero eso unido a la velocidad con que se producen los avances tecnológicos en la actualidad, hace que el alcance de esos cambios sea mayor.

Nos estamos muriendo como sociedad a la misma velocidad que crece nuestra conciencia del Yo individual. Somos más pacíficos y democráticos que hace siglos o décadas (alguien discutirá esta afirmación y seguramente tenga razón), pero también menos íntegros. Conceptos como honor, ya no forman parte de nuestro credo, buscamos salvarnos, y más que salvarnos, buscamos tener más y no asumir culpas (después de todo si asumes una culpa reconoces que no tienes razón, dejas de tener algo).

Es la Era del Yo. Yo soy. Yo tengo. Yo gano tanto, yo compro cuanto. Yo, yo, yo. No estamos dispuestos a sacrificar.

La culpa no es del todo nuestra. Poco a poco hemos sido alienados por un sistema consumista (tanto miedo al comunismo, y nos va a acabar jodiendo el consumismo).

¿Cuál es la solución?, no lo sé. Tal vez otro apocalipsis, más rápido y siniestro que el que sufrimos lentamente. Es triste decirlo pero tal vez necesitemos un desastre global, o una pérdida de libertades para valorar lo que podríamos tener y dejamos escapar. No estamos preparados para ser libres, al menos no durante mucho tiempo, nuestra memoria es limitada. Si lo perdiésemos todo sólo nos quedarían las personas.

Hace años un profesor nos contaba que su padre le decía de pequeño: “A ti te haría falta una guerra civil para saber valorar las cosas”. Cuando no lo contó me escandalizó, hoy ya no tanto. Y eso es muy triste.

FELIZ 2010 (supongo).

 

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