sábado, 2 de enero de 2010

El apocalipsis

Habrá una gran guerra que creará un nuevo orden mundial.

Una plaga de dimensiones bíblicas diezmará gran parte de la humanidad.

Un meteorito caerá en la tierra y destruirá todo rasgo de vida en ella.

Profecías o predicciones de visionarios no han faltado ni faltarán a lo largo de la historia de la humanidad. Es una constante que se repite una y otra vez desde la Biblia o las predicciones de Nostradamus, hasta las dulces locuras del borracho de turno en el bar de la esquina. Tenemos una especie de deseo de cataclismos catastróficos. Tal vez nos pueda la rutina diaria y necesitemos un cambio drástico, no lo sé.

Lo que yo creo, es que ese apocalipsis, ya ha comenzado, pero no nos hemos dado cuenta por dos razones. La primera porque no se trata de un cambio radical fácilmente identificable a simple vista. Y la segunda porque viene de nosotros mismos y así es más difícil reconocerlo.

Los valores sociales, humanos, están cambiando con los tiempos, igual que siempre han hecho, cierto, pero eso unido a la velocidad con que se producen los avances tecnológicos en la actualidad, hace que el alcance de esos cambios sea mayor.

Nos estamos muriendo como sociedad a la misma velocidad que crece nuestra conciencia del Yo individual. Somos más pacíficos y democráticos que hace siglos o décadas (alguien discutirá esta afirmación y seguramente tenga razón), pero también menos íntegros. Conceptos como honor, ya no forman parte de nuestro credo, buscamos salvarnos, y más que salvarnos, buscamos tener más y no asumir culpas (después de todo si asumes una culpa reconoces que no tienes razón, dejas de tener algo).

Es la Era del Yo. Yo soy. Yo tengo. Yo gano tanto, yo compro cuanto. Yo, yo, yo. No estamos dispuestos a sacrificar.

La culpa no es del todo nuestra. Poco a poco hemos sido alienados por un sistema consumista (tanto miedo al comunismo, y nos va a acabar jodiendo el consumismo).

¿Cuál es la solución?, no lo sé. Tal vez otro apocalipsis, más rápido y siniestro que el que sufrimos lentamente. Es triste decirlo pero tal vez necesitemos un desastre global, o una pérdida de libertades para valorar lo que podríamos tener y dejamos escapar. No estamos preparados para ser libres, al menos no durante mucho tiempo, nuestra memoria es limitada. Si lo perdiésemos todo sólo nos quedarían las personas.

Hace años un profesor nos contaba que su padre le decía de pequeño: “A ti te haría falta una guerra civil para saber valorar las cosas”. Cuando no lo contó me escandalizó, hoy ya no tanto. Y eso es muy triste.

FELIZ 2010 (supongo).

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