lunes, 6 de junio de 2011
Podemos catalogar “El sicario de Dios” de dos formas, unos dirán que es un western futurista de vampiros, otros dirán que es una bazofia. Ambos tienen razón.
Es una película de vampiros, pero de vampiros sin ojos, de unos vampiros monstruosos sin apariencia humana ni glamour.
Es una película futurista, el típico futuro desértico y desolado donde el hombre vive recluído en ciudades dominadas por la influencia de la iglesia.
Es un western, eso sí. Posee muchos de los clichés del cine del oeste. El tren, el ataque a una familia de una granja en la “pradera”, las motos (que aquí sustituyen a los caballos).
En el reparto dos caras conocidas. Por un lado Karl Urban, habitual del cine de acción con participaciones en “El señor de los anillos”, “El mito de Bourne”, “Doom” o “Las crónicas de Riddick”, que salvo contadas excepciones viene demostrando una y otra vez que necesita cambiar de agente porque no le consigue nada más que papeles de mierda.
Por el otro, un desconcertante Paul Bettany. Un caso curioso, pues en su filmografía destacan papeles interesantes que auguraban un buen futuro como “Master and commander” o “Una mente maravillosa”, pero que tras trabajos como “Legión” o la película de la que hablamos me preocupa y seriamente. Otro que o bien necesita cambiar de agente o tiene un complejo de saltatapias que le lleva a hacer abdominales para torturarnos con papeles como este.
Efectos especiales cutres. Peleas normalitas. Personajes patéticos. Estética visual insulsa…
En resumen, una buena dosis de mierda.
Etiquetas: Cine y Tv
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