viernes, 25 de diciembre de 2009
En plena campaña electoral norteamericana, con Barack Obama y Mc Cain pugnando por el puesto de comandante en jefe del ejército estadounidense, y sobre todo tras la victoria del primero en las elecciones, a mucha gente, sobre todo en Europa, se le hacía la polla pepsi cola.
“Es un nuevo comienzo en las relaciones internacionales de EE.UU”, decían unos.
“Va a suponer un soplo de aire fresco y una victoria de la libertad”, decían otros.
Pues bien, hace unos días, el Premio Nobel de la Paz, el señor Barack Obama asistió a la cumbre del clima de Copenhague, para enseñarnos a los mortales cómo dirigir el mundo y salvarlo.
Se dirigió al estrado y dijo más o menos: hay un problema en el planeta, que lo salve su puta madre.
Por supuesto él no lo dijo con esas mismas palabras, claro que no, él es un hombre muy educado y políticamente correcto, el soez soy yo. Pero a todos los efectos, el resultado es el mismo.
Mucha gente opina que la cumbre de Copenhague fue un fracaso, yo no estoy de acuerdo. Ha servido para desenmascarar un poquito más a un hombre que no es más que el mismo perro con distinta correa. Mejor que el anterior pero poco más. Ambo
os obedecen al mismo amo, el dinero
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