domingo, 29 de enero de 2012

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Himmlers Hirn heisst Heydrich (el cerebro de Himmler se llama Heydrich). Esa es la razón del título de este libro, primera obra de Laurent Binet, en la que nos narra un episodio trascendente, pero para muchos profanos desconocido de la Segunda Guerra Mundial, el asesinato en 1942 en Praga de Reinhard Heydrich.

HHhH fue galardonado con el premio Goncourt de primera novela, hecho que en cierta modo me extraña pues no se trata esta de una novela al uso. Se halla a medio camino entre la novela y el ensayo histórico, no llegando a alcanzar en ningún momento a ninguno de los dos géneros.

Binet mezcla en su obra datos históricos con recreaciones inventadas de los hechos que tuvieron lugar. Llegando a confundir al lector, que en algunas ocasiones ha de preguntarse si lo que está leyendo es el resultado de una ardua investigación histórica o fruto de la imaginación del autor.

BInet no es un historiador y al final del libro no encontramos una bibliografía donde se nos muestren los textos usados durante su investigación, por lo que no podemos catalogar su libro de ensayo histórico.

Tampoco me atrevo a catalogar HHhH de novela ya que no se trata de una historia completamente desarrollada con unos personajes principales y secundarios que se nos presenta.

Se trata de un estilo narrativo novedoso, elogiado por muchos críticos, pero que a mí no me ha gustado en absoluto. Tal vez sea yo demasiado purista en lo que a libros históricos del Nazismo se refiere.

Su narración no sigue un esquema temporal estricto, ni temático, y se dedica a divagar sobre sus motivaciones para escribir la obra. Poco me importa que se distanciase con su amiga Natacha o que esta no le invitase a la boda de su hermana. Son rellenos sin sentido, en mi opinión.

Pero lo que menos me ha gustado del autor, es su necesidad, a estas alturas de la historia, de descalificar a personajes cuyos actos hablan por sí solos. No creo que sea necesario llamar imbécil a Goering o pusilánime a Chamberlain. Sinceramente sobra.

Binet tenía ante sí la oportunidad de escribir una novela basada en hechos históricos de incalculable valor narrativo, pero ha decidido huir de convencionalismos para acabar con una obra desesperante en algunos momentos que tan solo en su último tramo parece remontar.

Una lástima.

martes, 17 de enero de 2012

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En alguna ocasión he escrito en este blog que el utilizar el término "Independiente" para clasificar según que proyectos, me parece mucho más interesado que real y más tratándose de cine.

Se que hay muchos amantes de ese término, y que algunos de ellos no estarán de acuerdo conmigo. Pero es que soy incapaz de ponerle etiqueta al talento.

Shyamalan dispuso del dinero, y de todos los medios que se le antojaron, para crear el truño de "The Last Airbender", y en cambio hizo escuela, como renovador del cine norteamericano, a finales de los 90 sin apenas recursos, a base de gestos, miradas, diálogos sencillos y giros inesperados.

Puede no ser la comparación más acertada, pero en Drive advierto ese talento para hacer cine, el basado en sutilezas a priori mundanas,
en miradas de deseo o de complicidad, en intuir lo que va a ocurrir y acertar, pero que no te importe una mierda, por que sabes que lo que estás viendo es  único y precioso.

Otro homenaje al cine inapelable, lo que Hazanavicius y su "The Artist", hicieron con los pioneros, y posteriormente damnificados primeros creadores,  Winding Refn lo hace con los renovadores del thriller, cine negro, e incluso del terror, de seis décadas después.
Y es que drive es magistral. Bebe de todas las fuentes posibles. Tanto "Heat" como "Collateral" están presentes, y hasta apostaría que el talentoso Goslin, se apoyó en el "Cobra" de Stallone, para dar vida a un personaje, que se quedará grabado desde ya a fuego en mi memoria.

Tarantino y Carpenter también reciben su pequeño regalo. Esa violencia cruda y realista tan propio de su cine, y tan de nuestros tiempos, apoyada en esa banda sonora entre hipnótica y críptica tan de otros, le dan un aroma diferente, a esta enigmática y nueva joya del siglo XXI.


Probablemente no cuente en las principales quinielas de los Oscar. Como tampoco lo hizo en los globos de oro, pero Nicolas Winding refn puede dormir tranquilo, su árbol crece despacio pero constante.
Hasta otra.

viernes, 6 de enero de 2012

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Se equivocan los que etiquetan. Esto no es solo cine mudo, ni un homenaje a este. Es cine mudo pero grita más alto que cualquier otro, pidiendo desde ya un lugar privilegiado en la historia de los clásicos eternos. Su sencillez es desarmarte, uno no puede apartar los ojos de la pantalla de ninguna de las maneras.


No creo que Hazanavicius pensara únicamente en Valentino, Gilbert o Fairbanks al escribir esta maravilla.
La tan manida fórmula del cine dentro del cine, alcanza en "The artist", sus más altas cotas de belleza y emoción.


La decadencia de Norma desmond, la toma de conciencia de Charles Foster Kane, la alegría de Gene Kelly o Ginger Rogers o el obstinamiento y la vitalidad de Ed Wood,
están tan presentes aquí, como cualquiera de las primeras obras maestras del cine mudo. Piensa en un clásico y aquí la veréis.
Su banda sonora es sublime. Se funde con la imagen de una forma tan perfecta, que no echas de menos el diálogo en momento alguno.


Nada en la carrera de Michel Hazanavicius podía hacer presagiar semejante creación. Su dominio es total. La interpretación de Jean Dujardin es antológica, y Bérènice Bejo llena la pantalla, con esa frescura y descaro innato, del que sabe que no tiene nada que perder pero que piensa aprovechar el regalo inesperado. Hasta los secundarios  John Goodman, y en mayor medida Cromwell lo rompen, por no hablar del simpático y adorable personajillo de cuatro patas, con el que el director nos da algo de tregua, para sacarnos unas sonrisas sinceras e infantiles. Se escuchan voces que proclaman que son años difíciles para el cine. Estos hacen bandera de la escasez de ideas. En cambio otros manifiestan un optimismo a prueba de bombas.

Tras salir de ver "The artist", la balanza se inclina claramente hacia los segundos. Después de todo Eastwood aún respira, Spielberg sobrevive, Malick despierta y Hazanavicius se revela.
Malos tiempos para agoreros.
Un saludo.

 

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