viernes, 14 de octubre de 2011

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Los hermanos Marwan escuchan entre impacientes y compungidos el testamento de su recién fallecida madre. Reciben dos noticias sorprendentes; su padre está vivo, como también un hermano del que desconocían su existencia. Ahora será su tarea encontrarlos y entregarles un mensaje para que  el cuerpo de su madre pueda descansar  en paz.

Gran trabajo del canadiense Denis Villeneuve. Todo a base de continuos flash-backs, pero ninguno sobra, todos son necesarios para entender los porqués del enmudecimiento de un corazón, y la mirada perdida de unos ojos, que han visto demasiado de cerca el horror.

Un viaje irremisiblemente doloroso que por momentos me recuerda a "El jardinero fiel", a su clima sobrio, árido y de densidad brutal que consigue Meirelles.

A algunas huellas desvanecidas por la crueldad de un conflicto bélico y sus consecuencias, y a los esfuerzos de dos personas por alcanzar las respuestas, que les acerquen a la comprensión final, hay  que unirle la lógica conclusión de que nada es lo que parece en una guerra, como nada es lo que parece en una vida, por muy cerca que nos creamos estar de conocerla.

La metáfora póstuma sobrecoge, aunque es precisamente en el final, donde todo se nos presenta precipitado, y acabemos con la sensación de que el director pone coto privado a los sentimientos.

Soberbia  película, bien contada y hasta con Radiohead de fondo. Aquí los lamentos de Thom Yorke no andan muy lejos de la voz oprimida y ansiosa por gritar de  Nawal Marwan.

Hasta otra.

 

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